Por Daniel Marin (*)
Varía la orografía, el estatus social, los rostros, los acentos… pero lo que no cambia es el amor por cultivar uvas.
Ilusiones de algún sur, historias olvidadas de viñateros, migrantes que nunca encontraron el camino de regreso a casa y quizás hacer vino sea una manera imaginaria de volver…
Isla Paulino (Berisso, provincia de Buenos Aires), lugar donde los caminos son de agua y la tierra es zarandeada por el oleaje, sus parras escalan hasta muy alto para ver el río, sus habitantes son gente acostumbrada a remar a contracorriente, con historias mínimas que transforman y engrandecen su territorio, como la del místico viñatero Renzo Ruscitti.
Nació en Italia en el año 1949 con apenas 2 años de edad desembarcó con su familia en el puerto de Buenos Aires, su padre había alquilado una pequeña finca con una casa en la Isla Paulino, localidad de Berisso, lugar en el que se crió y de donde se siente orgulloso de pertenecer.
Don Renzo cultiva unas 6 mil parras de las variedades Isabella Blanca, Tinta y Niagara. Comercializa sus vinos con el nombre de “Don Renzo” siendo uno de los referentes de la isla Paulino.
“Los que estamos en esto sabemos valorar el sacrificio que han hecho nuestros antepasados taladrando, horadando los montes vírgenes, los pajonales, los pantanos, para hacer los viñedos. Más allá que no han quedado vestigios de los viñedos antiguos. Pero por ahí cuando vemos una parra prendida y enroscada en un sauce hasta la cima buscando la luz del sol para sobrevivir, me digo: ‘esta parra tiene más de 100 años’, entonces con más fuerza y con más ahínco hago lo que estoy haciendo”, explica Ruscitti, quien protagonizó el documental “Olvidados del Río” donde se narra el día a día de los viñateros de la costa.
A Don Renzo como a un puñado de viticultores se los conoce como los viñateros del río de la Plata. Olvidados por la historia vinícola de Argentina se resisten a no perder una de sus señas de identidad, la de cultivar uvas. Uvas que fueron plantadas por sus antepasados a principios del siglo XIX inmigrantes italianos, españoles y portugueses.
Su patria es la localidad costera de Berisso a unos 70 kilómetros al sur de la Capital de Argentina, de exuberante vegetación, donde el Río de la Plata se adentra hacia los pajonales formando el Río Santiago junto a las Islas Paulino y Santiago, donde se pueden apreciar las quintas (parcelas) cultivadas de frutales, viñedos y hortalizas.
La uva originaria es Chinche también conocida con los nombres de Isabella o Lambrusca, se cultiva en parrales que llegan alcanzan los 2 metros de altura las crecidas del río y las lluvias suelen ser frecuente inundando los viñedos, para mitigar los daños se hacen unos pequeños causes para que el agua discurre.
Su época de esplendor fue entre los años 1940 y 1950 con 70 familias que vivían de la elaboración de vino artesanal, llegando a producir un millón de litros por año. En principio de la década del 2000 se produce un abandono de las quintas, sólo quedaron en pie unos pocos viñateros.
En el año 1999 la Universidad Nacional de La Plata pone en marcha un exitoso proyecto para la recuperación del vino de la Costa y su medio ambiente, proporcionando asesoramiento, en la actualidad se cultivan 27 hectáreas de viñedo con una treintena de viñateros agrupados en una cooperativa en la que se elabora y se comercializa.
Sus vinos se elaboran en su gran mayoría con la uva Chinche, apenas alcanzan los 10 grados de alcohol. Son vinos intensos en aromas, accesibles en boca y de buena acidez. Estos son algunos nombres de los viñateros que se aferran a no dejar en el olvido el vino de la costa de Berisso: Renzo Ruscitti, Osvaldo Paissan, Roberto Verón, Germán Pardini, Leonardo Corazza, Nicolás Matzkevich, Santiago Frezzini, Chango Galeán y Miguel Ruscitti.
(*) Sommelier radicado en Ourense, España
Publicado por la revista digital El Malbec