Debido a una denuncia aún no resuelta, este lunes por la mañana la propia víctima, Nadia Ibarra, retomó el tema para visibilizar el maltrato sufrido de parte de quien fuera jefe de la Departamental de Berisso, Daniel González.
En este sentido primeramente cabe recordar que en el mes de marzo la Organización “Las Juanas” dio cuenta del caso señalando que una agente policial fue acosada psicológica, verbal, física y sexualmente por su jefe. Debido a ello, Ibarra fue trasladada a la Policía Ecológica de Berisso en donde, lejos de protegerla y ampararla, volvió a sufrir nuevos hechos de violencia de género por parte de su nuevo titular, Mauricio Hodoreski.
“Luego de que Hodoreski tomara conocimiento de la publicidad del caso, comenzó a hostigar a la denunciante y perseguirla laboralmente; por lo cual, la misma tomó acciones judiciales para que le sea garantizada su estabilidad y tranquilidad laboral”, explicaron desde la ONG. Algo que lejos de calmar a Hodoreski incrementó su violencia, ya que “les manifestó a todos los oficiales que si lo denunciaba le iba a pegar un tiro”. Declaración que le costó su arma reglamentaria.
Transcurridos los 46 días de aquellas denuncias, y en diálogo con BerissoCiudad, Ibarra mencionó que con respecto a González no se tomó ninguna medida desde Asuntos Internos: “Él sigue trabajando, no se le hizo ningún psicológico, actualmente está haciendo el curso para el ascenso y no tiene sumario. Además, continúa en su puesto sin ninguna modificación, mientras yo tuve que ir a junta médica y hablar con psicólogos que avalaron mi continuidad”.
En cuanto a Hodoreski, indicó que “tiene denuncia por corrupción, amenaza de muerte y le sacaron el arma pero está como titular de la Delegación”.
En definitiva y lamentando la incapacidad de los organismos actuantes expresó: “En el sistema no aparece nada de lo mencionado y todo brilla por su ausencia, tanto en el Ministerio como en Asuntos Internos”.
“Miedo constante, miedo de muerte”, fueron las palabras finales de Ibarra al cerrar la nota, dejando un interrogante sobre lo que puede llegar a ocurrir si, como tantas veces, la justicia no actúa a tiempo.