Por Maxi Pérez (@perezmaxi), corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura
A nivel nacional los análisis hablan de un febrero negro para Mauricio Macri, producto de errores con un costo político altísimo y que terminaron dañando la imagen del mandatario que ya no puede ocultar la incompetencia de parte de su equipo, al que antes de comenzar la gestión calificó como "el mejor de los últimos 50 años", sin embargo, hay una consecuencia no esperada de esa situación que beneficia directamente a la gobernadora María Eugenia Vidal.
La provincia atraviesa un comienzo de año mucho más complicado que el anterior, con una posibilidad cierta de no comienzo de clases y el reclamo de los sectores más combativos del sindicalismo estatal planteando paros desde los primeros días del año, intentando torcer el rumbo de un gobierno que parece decidido a no negociar por fuera de las condiciones que el mismo propone.
A eso hay que sumar el enojo cada vez mayor de algunos intendentes a los que se les recortó la transferencia de fondos pautada en el presupuesto del año anterior, lo que podría dejar obras sin finalizar y tensiones políticas no resueltas en el año electoral.
Por si fuera poco, el clima sigue castigando a los bonaerenses y poniendo en evidencia que todavía el gobierno no está a la altura de las circunstancias, indistintamente de si eso se debe a la falta de resultados de la gestión anterior o a la impericia propia, sin embargo, a nadie se le ocurriría hablar de un "febrero negro" para Vidal.
Esto es así porque los problemas de la provincia quedan completamente opacados por los escándalos que producen algunas decisiones del gabinete nacional y no hay paritaria no concluida, ni inundación, ni desencuentro con los intendentes que en estos momentos sea más importante que una rebaja en los haberes jubilatorios dispuesto además por decreto o una condonación de deuda de entre 4 y 70 mil millones de pesos a la empresa del padre del presidente.
Vale decir que el contraste de todo el año anterior de gestión entre el gobierno nacional y provincial, se exacerbó al máximo durante esta semana en la que Macri debió brindar una conferencia de prensa, que dejó sabor a poco, para intentar superar el verdadero papelón del correo y la baja de las jubilaciones y apelar a la voluntad de "corregir los errores" como un valor agregado de este gobierno para frenar la caída de su imagen.
Válido para los primeros meses de gobierno, como el eje de la "pesada herencia", a más de un año de gobierno que se sigan cometiendo errores de este tipo lo único que tiene como consecuencia es la pérdida de confianza de la población en la vocación real de Cambiemos de transformar al país para el bien de los argentinos.
La política también contrasta
También el mundo de la política nota las diferencias entre Macri y Vidal, y es que a pesar de los problemas, la mandataria no debió dar marcha atrás con ninguna de sus medidas, mostrando una firmeza muy superior en la toma de decisiones, dispuesta incluso a pagar costos políticos que harían temblar a la mayoría de los dirigentes del peronismo.
Eso le ha granjeado el respeto de los líderes de la oposición, incluso de aquellos que no comparten sus decisiones y le permitió hacer equilibrio entre el peronismo y el radicalismo que cada tanto intenta sin éxitos mostrar los dientes en territorio bonaerense.
Entonces mientras el macrismo cierra acuerdos en el Congreso nacional que luego son desatendidos o desconocidos por la oposición, en la provincia el vidalismo logra consensos más sólidos que perduran más allá de los cambios de coyuntura.
Si algo faltaba para terminar de marcar las diferencias en el sistema de alianzas que la gobernadora está desarrollando y a través del cual pretende incorporar a Emilio Monzó como un aliado que garantice y ordene la pata peronista de Cambiemos que le negaron a nivel nacional.
Poco trascendió del encuentro que ambos dirigentes mantuvieron a puertas cerradas esta semana y que sirvió para ratificar la tregua comenzada en el mes de enero, después de un año completo de rispideces, pero nadie se atrevió a negar que la conformación de las listas, no con los nombres completos, pero si con su composición general, formó parte central de la reunión.
Con todo esto, está claro que una consecuencia no (¿?) deseada de los “errores” del gobierno nacional fue minimizar los problemas de la provincia, permitiendo que Vidal recupere parte del brillo que perdió cuando decidió continuar sus vacaciones en plena inundación. En este escenario no queda lugar para las especulaciones y la gobernadora es ya mismo, la principal rival de Macri de cara a las presidenciales de 2019.
El Congreso que no fue
El peronismo se preparaba para dar una muestra de unidad en Santa Teresita, pero la ansiedad de algunos por proclamar a Cristina Fernández de Kirchner como candidata hicieron naufragar el encuentro que se suspendió “por lluvia” o más específicamente por el pronóstico de condiciones climáticas hostiles para ese día.
La verdad es que Fernando Espinoza, titular del PJ bonaerense, no logró convencer al randazzismo ni al Grupo Esmeralda de participar del cónclave y obtener la tan ansiada “foto de unidad” del peronismo.
Las especulaciones y rumores arreciaron en las horas previas a la suspensión del encuentro y a través de los medios circularon mensajes y operaciones de prensa en todo sentido, pero todos coincidentes en que la figura de la ex mandataria continúa siendo central y gravitante en las preferencias de una parte del electorado que los intendentes necesitan para mantener el control de los concejos deliberantes y por eso son cada vez menos los que se animan a admitir que estarían dispuestos a enfrentarla en una interna.
La otra gran incógnita sigue siendo Florencio Randazzo, el ex ministro continúa retrasando su lanzamiento y el operativo clamor que algunos esperaban tampoco se produce, por lo que algunos de los dirigentes que lo veían con buenos ojos empiezan a buscar alternativas para no quedarse afuera del reparto en el próximo cierre de listas en el que el PJ no termina de decidir quién o quienes tendrán la lapicera.