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Automatización vs. trabajo: la galletita más cara del país se produce con cada vez menos obreros

Un reciente hilo de Twitter, publicado por el especialista en “innovación” Sergio Melzner, destacó el potencial industrial de la ciudad bonaerense de Salto y su rol clave en la agroindustria y la industria alimentaria. Sin embargo, detrás de la impresionante capacidad de producción que exhibe la zona, aparece una contradicción que no puede ser ignorada: la automatización extrema en la fábrica de galletitas más grande de Latinoamérica redujo drásticamente la cantidad de puestos de trabajo, evidenciando cómo el crecimiento productivo no siempre se traduce en empleo.

Producción en escala y menos trabajadores

El municipio de Salto, ubicado sobre la Ruta 31, cuenta con un fuerte desarrollo agroindustrial, con 161.000 hectáreas de cultivos de soja, maíz y trigo, además de una importante producción avícola y porcina. En paralelo, su sector industrial emplea a unas 3.500 personas provenientes de localidades vecinas como Arrecifes, Pergamino y Chacabuco.

Pero en este crecimiento se esconde una paradoja: la industria local ha incorporado tecnología de última generación, reduciendo drásticamente la necesidad de mano de obra. La fábrica de Bagley, inaugurada en 1995 y considerada la más grande de Latinoamérica en su rubro, es un claro ejemplo de cómo la automatización transforma el mercado laboral.

Bagley: alta tecnología y empleo reducido

La planta de Bagley en Salto produce galletitas icónicas como Chocolinas, Saladix, Traviata y Surtido Bagley, operando 24 horas al día con 17 líneas de producción simultáneas. Uno de sus aspectos más innovadores es el harinoducto, un sistema que transporta harina directamente desde Molinos Fénix, pesándola y facturándola en tiempo real, optimizando costos y minimizando desperdicios.

Pero el dato que llama la atención es que, a pesar de su inmensa capacidad productiva, la planta emplea solo a 1.300 personas. En promedio, cada trabajador produce 80 kg de galletitas por hora, una cifra que solo es posible gracias a la altísima automatización. Así, el avance tecnológico que permitió aumentar la eficiencia también limitó las oportunidades laborales, dejando en evidencia cómo el crecimiento industrial no siempre significa mayor empleo.

Producción masiva y precios elevados: la paradoja del acceso a los alimentos

A esta contradicción se suma otro factor preocupante: mientras Argentina produce alimentos para 400 millones de personas, los precios de los productos básicos siguen en alza. A pesar de la eficiencia y escala de producción que alcanzaron las industrias alimentarias como Bagley, el costo de los alimentos en el país sigue siendo de los más altos de la región, lo que genera una distorsión evidente.

La combinación de automatización, concentración empresarial y un mercado que no prioriza el acceso a los consumidores genera un escenario donde las industrias prosperan, pero la sociedad enfrenta cada vez más dificultades para acceder a los productos básicos.

El caso de la fábrica de Bagley en Salto es un reflejo de una realidad más amplia: una Argentina donde la innovación y la tecnología optimizan la producción, pero no logran mejorar ni el empleo ni el acceso a los alimentos para su propia población.

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