Por Silvia Naishtat, publicado en Clarín
De aquel Berisso bullicioso de principios de siglo con polacos, alemanes y rusos que descendían de los barcos y eran los brazos de la naciente y pujante industria frigorífica; sólo quedan las cicatrices de fábricas abandonadas. Si se sigue la calle Nueva York, que como todas homenajea a las grandes capitales, se desemboca en un edificio siglo XXI. Tiene forma de anillo y simboliza la vuelta que ha dado Berisso al albergar ahora a uno de los centros de investigación más importantes del mundo para el negocio de la energía.
Hablamos de Ytec, creada en 2012 al compás del desafío que planteaba Vaca Muerta y que es la única en su tipo a partir de una asociación entre una empresa como YPF y un centro de conocimiento como el Conicet. En esos 13.000 metros cuadrados, con 1.000 equipos de última generación y 47 laboratorios se buscan soluciones innovadoras para la energía y se respira mucha energía creativa. Hay 250 profesionales de las áreas más diversas y entre ellos 60 científicos con todos los laureles que parecen dispuestos a las pruebas más altas. “Donde existe una necesidad buscamos la solución de una manera innovadora”, dice Santiago Sacerdote, ingeniero industrial con doctorados, ex vicepresidente del Conicet y actual presidente de Ytec.
El disparador para encontrar respuestas es el término en inglés what if (que pasaría). Y vaya si las encontraron: contabilizan 26 patentes y trabajan en simultáneo en 54 proyectos. Es el caso de la geóloga María Elena Oneto. Con esa ansia obsesiva que caracteriza a los científicos, y mientras dormía, tuvo su momento Eureka Recordó a la hoja del irupé, que es hidrofóbioca porque su tejido no absorbe el agua. De esa manera idearon un filtro con las características del irupé para poder separar el agua del petróleo. Se hará en escalas industriales y permitirá el ahorro en tanques de tamaño colosal y de otros dispositivos. La baja de costos se medirá en millones de dólares.
En algunos de sus laboratorios investigan cómo separar el hidrógeno del agua para utilizarlo como fuente de energía. En otros se concentran en nuevos materiales para poder almacenar la energía que se obtiene del viento y de la luz solar.
Los avanzados desarrollos que están obteniendo acerca de las posibilidades del litio son un capítulo aparte. Pero uno de los descubrimientos más asombrosos es cómo a partir del estudio de los microorganismos de los suelos petroleros, pudieron encontrar aquellos que evitan que las bacterias del agua terminen dañando los tubos de acero. Es un golpe mortal a la corrosión que también significa millones de dólares en costos para esa industria. Sacerdote relata lo que fue el desafío de crear una asociación con un organismo público como el Conicet. Invirtieron al inicio US$ 25 millones cada uno de los socios y la proporción fue 51 % YPF y 49 % el Conicet. En Ytec tienen un presupuesto anual de US$ 30 millones para la investigación.
Uno de sus productos más recientes es un fungicida biológico para atacar distintas enfermedades para la soja y que se sumará en breve al catálogo de productos de YPF agro que ya es el 10% de la facturación de YPF. Otro de sus logros es la digitalización de los perfiles geológicos , que les permite replicar en lo digital lo que ocurre en los pozos, probando la resistencia de la roca para perforaciones cada vez más precisas. Martín Sánchez se especializó en física de roca y realiza ensayos simulando perforaciones a 6.000 metros para analizar la presión. En su laboratorio crearon un algoritmo único para guiarse en los procesos. Petroleras de clase mundial como Total, Pluspetrol, Shell y PAE, recurren a ellos para el análisis de las rocas. Y lo que antes se hacía en Houston y ahora se hace Berisso.