Por Maxi Pérez (@perezmaxi), corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura
El clima logró lo que ni el peronismo, ni el kirchnerismo, ni el massismo habían conseguido en la provincia de Buenos Aires, que algunas críticas de la población hicieran foco en la gobernadora María Eugenia Vidal y la imagen de su gestión de gobierno.
Es cierto que la caída fue casi imperceptible, incluso para la mayoría de los sondeos, pero suficiente como para que la oposición notara que existen fisuras en el blindaje de la mandataria, que además debió abrir el paraguas y reconocer que el oficialismo podría perder las elecciones.
La situación en La Plata, que el domingo pasado sufrió un temporal con vientos de más de 120 kilómetros por hora, puso en evidencia también el hartazgo del Gobierno provincial a la hora de auxiliar y ayudar a los propios, y debieron pasar varias horas hasta que se articularan anuncios sobre ayuda con la colaboración del Estado bonaerense.
Vale decir que en el comienzo del año elector la dirigencia de la oposición tuvo una especie de revelación que indica que Vidal no es imbatible y que el enojo de los bonaerenses con la situación económica y laboral esta indudablemente contenido por su carisma, pero podría salir a la luz en cualquier momento.
La falta de reacción del Estado, la ausencia de la mandataria asegurando que le “costo” tomar la decisión de no volver, la inexistencia de trabajo conjunto con los municipios afectados y la fatalidad de un clima que no le dio respiro a la provincia, fueron demasiado para la gestión bonaerense y por primera vez los cañones de los “vecinos” no organizados apuntaron a calle 6.
Con estos elementos empieza a notarse con demasiada claridad que el peronismo parece estar dispuesto a superar por lo menos algunas tensiones internas y encaminarse a disputar nuevamente el poder en la provincia.
Desde los ultra K, que postulan a Cristina Fernández de Kirchner a los renovadores como Martín Insaurralde que afirman que es la hora de los intendentes, pasando por los pejotistas de corte más tradicional, como Guillermo Moreno, que también rechaza (aunque con sutileza), una candidatura de la ex presidenta, todos admiten que están dispuestos a relegar protagonismo de cara a un triunfo en las legislativas y, en todo caso, se preparan para disputar internamente para el 2019.
"Estos tipos no disputan poder, son raros", comentó exaltado el encargado de prensa de un organismo de la constitución cuyas nuevas autoridades fueron recientemente designadas y agregó que "tipos que están en las línea de fuego, secretarios, viceministros, te dicen que ellos no quieren ser concejales, ni legisladores, ni nada. Son empleados, no dirigentes", remarcó.
Con la certeza de que la disputa se debe dar únicamente en la primera línea es que el peronismo empieza a delinear su nueva estrategia, envalentonados además por los permanentes desaciertos y desafíos del Gobierno nacional que ha decidido prescindir de la institucionalidad para gobernar.
Además el presidente Mauricio Macri, que esta semana le condonó a su familia una deuda de por lo menos 4 mil millones de pesos que mantenía con el Estado por la administración del Correo, ya adelantó que "él" iba a ser el candidato en la provincia, desplazando del lugar de referencia a Vidal, en una riesgosa jugada si se tiene en cuenta que la imagen del ex presidente de Boca esta en caída libre en el conurbano.
Es que el plan del PRO a nivel nacional ya reservó una casilla para la derrota bonaerense y además los detractores de la mandataria esperan con el cuchillo entre los dientes para hacerla responsable de esa situación.
"Vamos a ganar cómodos en Mendoza, en Corrientes, en Córdoba y esperamos dar el batacazo en Santa Fe" aseguran en el entorno presidencial, por lo que "una derrota en Buenos Aires, donde no tuvimos candidatos en 2013, que son los que se renuevan ahora no nos importa demasiado en términos de control legislativo".
Admiten que en términos políticos ocupar el segundo lugar podría ser demoledor para el armado bonaerense, "pero solo para el bonaerense", disparan los dirigentes de Cambiemos enfrentados con la gobernadora.
Por eso los operadores de calle 6 aceleran los contactos con el titular de la Cámara Baja nacional, Emilio Monzó, para intentar limar asperezas y evitar la fuga de voluntades después del cierre de listas.
En el mismo tren van los radicales de la provincia, porque si bien muchos saben que su suerte está atada a la percepción de los vecinos sobre la marcha del gobierno provincial, en por lo menos 40 distritos el control territorial responde íntegramente a los boinas blancas, que esperan en estas elecciones poder mostrarse más protagonistas.
“Si te entra una bala, te entran todas”, dice un refrán de dudosa factura que suele utilizarse en la jerga política, y si bien en este caso no hay bala que haya perforado el blindaje del Gobierno bonaerense, está claro que hay elementos que pueden hacerle daño y sus enemigos de la oposición, pero también los internos ya tomaron nota de esa realidad.