En el marco de la XXI edición de la Fiesta provincial del Vino de la costa la bodega Don Pedro, se hizo presente nuevamente en este evento como han hecho todos los años desde el inicio de la festividad con sus vino alcanzando grandes ventas, agotando sus productos y enfrentando la situación económica y la reducida producción que lograron, debido a las fuertes tormentas al inicio del año, sin haber gran cantidad de fruta en toda la ciudad.
En diálogo con Berisso Ciudad, Andrés Corazza, integrante de la Bodega Don Pedro, dijo: “Trajimos todo lo posible, ya que en esta fiesta la gente se acerca a buscar nuestros productos y pudimos vender bien por suerte, más allá de la situación económica que ha complicado un poco las cosas”, y agregó “no pudimos mostrar nuestro repertorio”.
La Bodega Don Pedro trabaja con siete variedades de uva, destacando entre ellos la uva Isabella, un clásico de la ciudad, ofreciendo distintos vinos, además de trabajar con diferentes tipos de ciruelas, proponiendo este año una innovación, un vino que kiwi, el cual tuvo una gran aceptación, resultando agotado. Un vino exótico por la rareza de la fruta, “fue una experiencia interesante que por suerte gusto, vamos a ver si podemos traerlo el año próximo con mayor cantidad”.
Sosteniendo los precios y calidad, contemplando la situación, los vinos ofrecidos por la bodega partían de $5.000 con sus vinos de ciruela hasta $8000 aquellos vinos que fueron premiados. “Por suerte este año hemos recibido cinco reconocimientos, somos una bodega en la que participamos varios productores, realizando cada uno su propio vino. Estamos muy agradecidos y contentos por los resultados, es una motivación para seguir mejorando”.
Así mismo Andrés Corazza, reparó en la tradición familiar iniciada por su tatarabuelo, inmigrante italiano radicado en la Isla Paulino, por lo que contó “la producción de vinos es una tradición que ellos traían desde Italia. Es algo que pasó en generación en generación y cerca de los 90 perdiéndose la tradición de la producción del vino costa, la invención de la cooperativa reivindicó la tradición, volviendo a producir el vino y al mismo tiempo vendiéndolo al público”.