Por Víctor Manuel Fernández (*), publicado en el diario El Día
La Plata nació próspera. Tuvo un esplendor –al igual que Ensenada y Berisso– del cual no queda mucho. ¿Qué posibilidades tienen hacia el futuro estas ciudades?
Actualmente La Plata depende demasiado de las estructuras estatales. Por ser capital de una provincia grande, esas estructuras son mucho mayores a las de cualquier ciudad de su tamaño. Esto creó cierta cultura de dependencia del Estado que no estimula la creatividad y el espíritu de iniciativa. No sería sano pretender resolver las necesidades de la población incrementando todavía más esas estructuras. La única salida para evitar el hundimiento es apostar a un plan de desarrollo que origine nuevas posibilidades y puestos genuinos de trabajo.
Para ello, La Plata, Ensenada y Berisso tienen en el puerto una posibilidad única, que abriría camino a muchos otros emprendimientos industriales y comerciales. Como consecuencia, se generarían miles de empleos directos e indirectos. También haría posible una reactivación del astillero Río Santiago, un sueño de tantas familias.
El puerto de La Plata fue el primero del Río de la Plata, inaugurado en 1890. Sus orígenes remotos están en el puerto de la Ensenada, creado por la Corona española en el siglo XVII. De hecho, se eligió este lugar para fundar la ciudad de La Plata, entre otras razones, porque ya existía un puerto de aguas profundas que daba a la nueva capital provincial la posibilidad de sostener un comercio internacional.
El declamado federalismo encontraría una expresión concreta y muy significativa en la real activación de nuestro puerto. ¿Quién puede estar en contra? ¿No podría ser este un proyecto que una a todas las fuerzas políticas, sindicales, empresariales, culturales de La Plata, Ensenada y Berisso? Por eso propongo que pidamos a todos los que se postulen para cargos en las elecciones de este año, un claro compromiso al respecto, y que nos unamos en un reclamo constante.
No hay que partir de la nada. En 1999 se creó el Consorcio de Gestión del Puerto La Plata. En 2014 se completó una inversión muy importante, otorgándole una capacidad operativa de 400.000 contenedores anuales, con un muelle de 600 metros. En 2015 obtuvo habilitación de Aduana. Tiene grúas gigantes, racks para contenedores refrigerados, un canal de acceso con 36 pies de profundidad que permite el ingreso de grandes buques cargueros, todas las comodidades para reuniones de trabajo y de capacitación, etcétera. La mayor parte está hecha.
Sólo faltan tres kilómetros de autopista y algunas tareas menores. En realidad, ya está conectado a varios ramales ferroviarios, pero no llega mercadería porque falta la decisión política. En la actualidad supone muchos costos de mantenimiento, para nada.
Por ello, mientras no tengamos un puerto activo, al menos en parte de su potencial, seguirá siendo un símbolo de cierta dejadez y abandono, algo que lamentarían aquellos inmigrantes que llegaron con tantas ganas de crear y de crecer.
No creo que haya otra posibilidad mayor de reactivación para nuestra zona. Teniendo en cuenta todos los beneficios que traería, y si somos capaces de mirar un poquito más allá de lo inmediato, vale la pena emprender un camino solidario en esta dirección.
(*) Arzobispo de La Plata