Por Maxi Pérez (@perezmaxi), corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura
Los docentes bonaerenses anunciaron un paro de 48 horas para los días 6 y 7 de marzo, en coincidencia con una jornada similar declarada por los gremios nacionales, y la movilización multisectorial que prepara la CGT al ministerio de la Producción para reclamar por la caída de la actividad económica.
En ese marco de conflicto, el gobierno de María Eugenia Vidal decidió dar la batalla contra los maestros con los mismos argumentos y herramientas que utilizó la administración de Daniel Scioli, acusando a los sindicalistas de sostener una medida con motivaciones "políticas" y adelantando la voluntad de descontar los días de paro a los trabajadores de la educación.
El cierre de la paritaria llegará además de manera unilateral y por decreto ante la falta de acuerdo, y los docentes obtendrán un incremento del 4,5 por ciento para el primer trimestre del año y un porcentaje idéntico para los otros 3 trimestres, salvo que el índice inflacionario supere esa cifra, en cuyo caso el equipo del ministro de Economía, Hernán Lacunza, asegura que se disparará una cláusula gatillo que igualará la suba de precios.
Los docentes reclamaban una recomposición de 10 puntos por la pérdida de poder adquisitivo del año pasado y un aumento de por lo menos el 25 por ciento para este año, pero el gobierno no se movió un centímetro de la oferta inicial y tampoco admitió que la actualización salarial de 2016 fue superada por la inflación.
Es decir que por primera vez Vidal deberá enfrentar una situación de no inicio de clases, protesta gremial que salvo por el inicio del ciclo anterior, se había convertido en una suerte de tradición en la provincia de Buenos Aires.
Por eso se espera que en el discurso de apertura de sesiones legislativas de la semana que viene, la gobernadora tenga palabras muy duras para con los gremios docentes, intentando además trazar una línea que diferencia claramente a los sindicalistas de los maestros a los que representan, algo vital teniendo en cuenta que según los sondeos de 2015, el sector acompañó a la candidata de Cambiemos.
El adelanto lo dio el Director General de Cultura y Educación, Alejandro Finocchiaro, que advirtió que los maestros están en "acción de guerra" contra el gobierno, luego de una andanada de críticas de todo el gabinete contra el titular de Suteba, Roberto Baradel, un dirigente con apoyo de sus pares pero con mala imagen en sectores medios de la sociedad, al que Vidal eligió como enemigo para la disputa salarial.
Con el paro confirmado fueron las redes sociales las que dieron la novedad a través de una campaña, de origen y motivación dudosa, en la que diferentes profesionales se ofrecieron para trabajar gratuitamente en las escuelas en reemplazo de los maestros y evitar así la medida.
Esta versión 2.0 de carneros de huelga, no fueron ni siquiera originales, porque hasta la serie "Los Simpsons" tiene una capítulo en el que se burla de lo que pasaría si los docentes y profesores fueran reemplazados por personas sin las herramientas pedagógicas necesarias.
Además, la contra reacción de los docentes viralizó rápidamente la cruda realidad que viven las escuelas de la provincia, que arrastran problemas desde la gestión anterior es cierto, pero que no han mejorado ni siquiera un poco en el año que lleva de gobierno Cambiemos.
Finalmente la postura rígida de Vidal logró lo que parecía imposible y hoy gremios rivales articulan medidas en conjunto y hasta defienden a dirigentes de otro sector ante las críticas del gobierno.
Por supuesto que queda margen para cambiar la situación y evitar el paro, lo que parece que se agotó en la voluntad política de hacerlo.
En el PJ una de cal y una de arena
La reunión en Santa Teresita era la chance de mostrar unidad del PJ y trazar los lineamientos generales del peronismo para plantarse como espacio alternativo al gobierno de cara a las elecciones, pero el apuro de alguno por proclamar la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner la hizo fracasar.
Sin embargo, un nuevo aniversario del primer triunfo peronista este 24 de febrero, fue la excusa para que compartieran escenario Fernando Espinoza, Máximo Kirchner y Martín Insaurralde, aunque no Florencio Randazzo que sigue jugando a las escondidas.
Para evitar las tensiones internas, los dirigentes de los distintos espacios nucleados en el PJ acordaron no hablar de candidaturas y centrarse exclusivamente en la crítica a las políticas de ajuste y la necesidad de “ponerle freno” al gobierno.
La totalidad de los dirigentes presentes coincidieron en la necesidad de avanzar con un peronismo unido y acompañar a la CGT en la movilización del 7 de marzo, en lo que fue interpretado como el inicio de la recuperación de la “columna vertebral” del movimiento justicialista, el movimiento obrero organizado.
Si finalmente el PJ logra presentar candidatos únicos o articular una interna entre listas rivales con alguna mínima garantía de acompañamiento de los derrotados a los triunfadores, el macrismo bonaerense tendrá serios problemas para lograr un triunfo en las elecciones de medio término.