En el corazón del barrio de Los Talas una familia entera dedica su tiempo y responsabilidad a los vecinos de la zona que, atravesados por la pandemia, cuentan con su ayuda a través de un plato de comida.
Se trata de un trabajo que se repite tres veces la semana, los martes, jueves y sábados, donde los voluntarios que llevan a cabo dicha actividad se preparan desde temprano para cumplir con un compromiso que lleva el nombre de “Viandas El Ombú”.
En entrevista con BerissoCiudad, la referente María Luján Sequeira, más conocida como Marisi, nos contó que gracias a su trabajo como manzanera pudo conocer las distintas problemáticas del lugar. De allí surgió su empatía y necesidad de ayudar.
Un día, al volver a su casa, dialogó con sus hijos -Juan, Fernando, Maira y Sol- a quienes les planteó la iniciativa para poner manos a la obra y comenzar con las viandas.
“Al principio tenía un poco de temor, pero siempre me animé a todo, más aún cuando mí gente lo necesita", expresó Marisi, que buscó refuerzos entre amigos y familiares, como Marisa Coronel y Silvia Sequeira, para afrontar lo que sea, pero unidos.
A la par, y como consecuencia de su labor realizada durante el verano en las colonias, consiguió ollas y donaciones de parte de autoridades locales que le permitieron cocinar para los vecinos de Altos de Los Talas.
Pero ante la extensión de la pandemia, tuvieron que aumentar las raciones para cubrir a gente del barrio Municipal y de la Escuela N° 10 que en un momento no pudo continuar con la entrega, "pedido al cual nosotros dijimos que sí, sin dudarlo".
Feliz por todo lo logrado, Marisi agradeció a aquellos que prestan su colaboración como los dueños de la carnicería de calle 17 y 153, Matilde y el Ruso, a Mónica que les da los condimentos, a Daniel que les lleva la garrafa, a los directivos de González, y el Municipio local.
En la actualidad “Viandas El Ombú” asiste a un total de 150 personas, y a pesar del mal tiempo, “en ningún momento bajamos los brazos, porque la sonrisa que nos devuelven al recibir lo que les damos es impagable”, concluyó la voluntaria orgullosa de la tarea desarrollada.