La celebración de San Cayetano convocó este miércoles en nuestra ciudad a unos 600 vecinos y peregrinos a lo largo de toda la jornada, que se acercaron al templo para pedir y agradecer al patrono del trabajo.
En un emotivo encuentro en la Parroquia San Cayetano del barrio Obrero, monseñor Gabriel Mestre utilizó el refrán popular “A Dios rogando y con el mazo dando” para invitar a los peregrinos y feligreses a un doble compromiso: pedir a Dios por paz, pan y trabajo, y actuar concretamente para mejorar la vida de los demás.
El referente religioso destacó la importancia de agradecer por aquellos que tienen trabajo y de orar por quienes no lo tienen o cuya remuneración no es justa. Sin embargo, subrayó que la fe debe ir acompañada de acciones concretas, instando a los fieles a tomar a San Cayetano como un verdadero modelo de vida.
“Con el mazo dando” significa comprometerse a vivir los valores del Evangelio, ser “sal de la tierra y luz del mundo”, y “trabajar activamente para dar sabor y luz a la vida de quienes enfrentan dificultades”, reflexionó, para luego instar a la comunidad a “llevar la luz de Cristo a las tinieblas que afectan a muchas familias, ya sea por problemas laborales, desunión familiar, falta de sentido en la vida o el consumo problemático de sustancias y especialmente en la enfermedad”.
Por último, en el contexto de la primera lectura de la carta de Pablo a los Romanos, Mestre alentó a vivir en alegría y esperanza a pesar de las dificultades, confiando en la fuerza de Dios y en la intercesión de San Cayetano.
Además de Mestre y el diácono Claudio Marcello, estuvieron presentes a lo largo del día el padre Juan Ferri de la Parroquia San Miguel Arcángel, el padre Julio Espinosa, el diácono Danilo Corazza de la Parroquia Nuestra Señora de Loreto y el presbítero Julio Sarmiento de San Pedro y San Pablo. También participó el diácono Roberto Ingeniero de María Auxiliadora y la presencia constante y fiel de las hermanas canossianas; todas comunidades berissenses comprometidas en transmitir con amor la palabra de Dios.
Al finalizar el día, el padre obispo Gabriel despidió a cada uno de los vecinos con un cálido saludo y bendiciones, mientras integrantes de la comunidad repartían “pancitos bendecidos”, símbolo de San Cayetano.