Por Gabriel ‘Colo’ López (*)
Todo parece cambiado desde que arrancó en 1996 la liga infantil de la Ribera. ¿Cuántos almanaques ya sacamos?… ¡Veintiocho! Este periodista elige empezar desde allá lejos, y que en esta “revesía”, vuelva un poco la alegría de esos años. Veía entonces por primera vez la camiseta azul y amarilla, y oía la voz del “Ruso” Mowczan en la sede del C. F. Villa Zula que se hacía mala sangre de solo pensar cómo encauzar el futuro de los chicos en el incierto destino de jugar como podían en la calle. “Si hablamos de los pibes y no aportamos es hablar por hablar”, afirmaba quien juntó a los primeros pibes con la ayuda de su mujer, docente de una escuela primaria, mientras él tenía otro “semillero”: integraba la Cooperadora del Jardín de Infantes 912.
Recién había nacido LAFIR y se bancaron goleadas de Saladero y Estrella, clubes con veinte años de experiencia. Pero estaba la base, la canchita del barrio. Otro muchacho tocado por una varita de encanto salió a buscar más jugadores. Su apellido es un nombre, Alejandro Juan, que el sábado se quebró en un abrazo con este reportero, sorprendido porque sigue estando…
“¿Hace cuánto ya que estoy…?”, miró el cielo, mientras tanteaba en la billetera el carnet de técnico número 107, una reliquia. El 108 es de Gabriel Chaves, quien ha sido otro ejemplo de perseverancia por amor a «esta pureza» como le adosa poéticamente a la infancia y la pelota. Casi tres décadas en azul y amarillo, dos orgullos que debe tener presente la liga, Ale y Gaby, vigentes entre los primeros DT habilitados…
Todo cambió… ¡Veintiocho años…! Este parecía otro país, sin celulares, sin avances en la ciencia de la tecnología. Antes había que llamar a la Liga por el teléfono de línea y en determinado horario, para que te digan tal información o para anotar (uno por uno) hasta el último resultado si no querías sacar fotocopia.
Vuelvo al patio del fondo de Berisso, al campo de juego de “VZ”. Permanece la alegría y la unidad de la gente, se nota a simple vista. Y no es fácil… Un cartel lo advierte con esta consigna: “1ro persona, 2do compañero, 3ero futbolista. Por favor, mantengan este orden”.
La cancha está unos 200 metros corrida de la original. Me gustó mirar desde atrás del arco, sobre la montaña que sube hasta una la piscina. La sede del fútbol infantil es un chalet, el buffet que despide el humo de las tortillas a la parrilla, los vestuarios y baños con total limpieza, instalaciones eléctricas seguras. Está diez puntos el Polideportivo “Esteban Cardone”. La fachada de acceso es una arcada que asemeja la del Club Atlético Villa San Carlos —el estadio más grande de la ciudad— donde allí cambia el nombre, “Genacio Sálice”. Se trata de Cardone y Salice de tipos solidarios que donaron las tierras para que futuras generaciones lleven a cabo la obra recreativa, deportiva, social, humanística.
A medida que la vida pasa, y pasajeros que quisimos tanto se bajan, uno recuerda su infancia en los 80 (cerca de Zula) y al padre que nos inculcó jugar con los amigos, cuando no existía LAFIR y uno de los pocos clubes era Saladero, Estrella o el Social (hoy Deportivo Berisso). Si no tenías lugar, era el campito… Y en Villa Zula había a montones. Fui un poco afortunado al criarme viendo a amigos engrasar la pelota, fabricar barriletes y gomeras. Desperté y este primer sábado de junio de 2024 estaba otra vez en el barrio, en esta canchita.
“¿ARA o AFA?”, preguntó el referí al revolear la moneda para que el que acertó al caer al piso, elija arco o saque. En la categoría 2012 brindan un partidazo ante El Ciclón, que ganó el local 2 a 1.
—¡La hora juez, la horaaa…!
—Son las cuatro y media (respondió con gracia Marcelo Martín, mejor conocido por “Chamizo”, referenciado como el árbitro ribereño ideal, un «2» que tuvo San Carlos. No es fácil llevar el silbato en la sociedad de la protesta, donde todo parece dividido…
Las gargantas gritaron un golazo de Benicio Galarza que mandó la pelota al lugar donde quería, sobre un palo, de tiro libre. Lo festejó com lo hacía su papi Gastón Galarza que llegó a jugar en el Nacional B (otro que amó la Celeste). Tanto Benicio como Vicente son los hijos del “Tone”, que el año pasado dejó de jugar en Everton de La Plata y ahora pone todo para el club de su cuna.
Una coincidencia, la 94 donde jugaba y la 14 que dirige llevan el mismo apodo, “Los Pelusitas”.
Si Benicio le pegó como Riquelme, Joaquín Flamini convirtó «a lo Palermo», dijo Aníbal Galeano, un tipo de esos que la vida te pone cerca para aprender. Captura con un teléfono esa imagen de la pelotita en la red que luego pasará a embellecer las redes sociales que precisamente maneja él.
La 2011 está por ponerle fin a su etapa en la de siete. Fui al buffet a cargar el celular y esos piojos atrajeron “la foto” que acá sale con Jonas Abraham, Ciro Domínguez, Felipe Geller, Marcelino Gutiérrez, Lisandro Galeano y el pequeño Patricio Domínguez que andaba por ahí.
Ellos, dentro de unos años, seguro se engancharán en los reencuentros de ex jugadores. Se hizo costumbre en Zula jugar por el honor de la Copa de ex jugadores «Celso Lescano», que el mes pasado jugó su séptima edición y la ganó la 91. Al que rinden honor es un hombre que los acompaña y cuyo rostro está retratado en una bandera “La Banda de Celso”; todos lo adoran no solo por sus exquisitos chorizos a la pomarola, sino por la bonhomía y fidelidad con el club (está desde el día que nació el fútbol infantil), es padre de cuatro hijos y compañero de una mujer maravilla: ¡oh, Patricia! Banderas grandes y de letras y dibujos hermosos que las cotizan como “obras de arte”: “Talento de barrio”.
Pedí la lista de los ex jugadores puros que habían animado torneos de LAFIR por Villa Zula. Y en la 83 aparecen Martín «Peca» Pérez y Luis «Topito» Tarelli. Este último es el papá de Emilio Tarelli, que el sábado metió un gol exquisito y aclaró que “no fue de chilena”. Me acuerdo de su abuelo también, el “Topo” mayor. Por la 86 participaron Matías «Chueco» Laxague y Emmanuel «Manzana» Cancela; la 87 tuvo a Emanuel Flamini y Lucas «Pony» Arruarte; la 88 con Elías Aguirre y Gerardo Segovia; la 89 con Jonatan «Pito» García y Emmanuel Alí; la 90 con Iñaki Lezcano y Julián Cardinale; la 91 con Daniel «Chichi» Algacibiur y Emiliano «Bocha» Zeballos; la 92 con Silvio «Pitu» Tomasso y Matías «Matute» Ayala; la 95 con Mauricio Netto y Jeremías Muñoz; la 96 con Julián Cuello y Valentín Mazza; la 97 con Elías Ibarra y Juan Ignacio Silva (juega actualmente en Villa San Carlos y no jugó pero participó del evento); la 2002 con Thomas Ovejero y Santiago Mazza; y la 2005 con Ignacio Mazza y Jeremías Garnica.
¿Y la dinastía de los hermanos Galarza? Bueno, la 85 contó con el “Guaio” Eduardo Galarza y Cristian Cáceres; y en la 94 la descosió el “Tone” Gastón Galarza y Marcos Gauna. Hay otros hermanos, Alejandro Galarza, clase ’78, y dos que alguna vez integrante de la primera de Villa Zula en aquel Regional interligas, Daniel “Beto” Galarza, de el ’81 y Cristian “Chil”» Galarza, de la ’83 (su hijo juega hoy en la 2015… Lo bautizaron al nacer Juan Román Galarza… ¿Será boquense?
Quienes tenemos muchos años y conocimos formaciones del fútbol grande de Villa San Carlos en AFA, recordarán a Gabriel Benz (uno que ascendió a la “D” en 1993), conductor de buenos grupos de chicos, como la actual 2011 de Zula. Y está otro ex “villero”, Leonardo Agrotis, quien tras la pandemia comenzó a realizar entrenamientos personalizados para los arqueros del azul y amarillo.
El viejo barrio es un imán para el fútbol. Siempre nace alguno que se emociona mucho, como el pichón de la 2013, Matias Cordero, que anticipó que iba a ser campeón el Real Madrid, «va a ganar 4 a 1», tiró (se le fue la mano, porque al final venció 2 a 0 al Dortmund).
Esta historia dichosa que encierra otra historia, que poblaba los campitos del barrio de verdaderos fenómenos. Permítanme señalar a “El Vasco” Fabián Haramboure… ¡Qué defensor picante!… Camada 64, que vivía a pocos metros de este predio «Cardone». A sus 14 años tuvo que trabajar para que en casa se coma y así perdió cinco años sin club: cuando lo captaron fue directo al primer equipo de San Carlos y después lo llevó Cambaceres (¡ascendió en los dos!).
Criados en Villa Zula eran dos que jugaron con el “Mellizo” Barros Schelotto en la ’73 de Gimnasia, un arquerazo Javier Lavallén y un 2 de lujo, Hugo Ponce (“El Lolo” llegó a atajar en un seleccionado de Passarella).
Cada pasito por el club es reflejo del cuidado, una virtud que emana del alma humana. Una plaqueta con el nombre de Angel Mario Scarinci, ex técnico de la 92, ya no está en el lugar original donde se colocó el 5 de octubre de 2002. Por las mismas modificaciones de lo edilicio, la descubrimos en un rincón de esa Sede con forma de castillo encantado. El misterio de la vida nos arrancó a Marito. Recuerdo lo que sufrieron todos aquel trágico hecho y aquí tengo un testimonio del homenaje que hicieron los chicos y reflejamos en el diario con “El Clasiquito”.
Discúlpeme si aquí no encontrará resultados. Me gusta eso de la inclusión y el mejor caso es cuando un pibe o piba progresa. Ludmila Silva está hoy en Boca Juniors, jugadora de la Reserva en AFA. La conocí de chiquita hace siete años en un partido con Gimnasista de Berisso.
Siempre tiene algún crack, fabuloso Villa Zula, club que sabe de los reyes del caño, sombrero, rabona y bicicleta, los juegos de lo que nutrimos nuestra alma en las noches de verano en el papi fútbol de la sede, sobre la superficie que era una carpeta de cemento, donde se presentaban los equipos libres de todos los barrios de Berisso, en la avenida Montevideo entre 37 y 38.
Por la calle 38 emprendo la vuelta. El paisaje es sencillo, casas bajas, galpón y terreno baldío. Dejo atrás las palmeras que están en el terreno de Cardone. Una mujer se va en moto con su perrito. Se abre otra vida después de un día con los vecinos villazulenses. La cabeza es un remolino de sensaciones, entre la vieja cancha donde hace 29 años había surcos de las plantas de tomates, y que emprolijaron cuando les dieron el lugar para organizar el fulbito. Ahora allí quedó la auxiliar. La capital del inmigrante puede tener problemas sociales, pero el deporte los atenúa. Es, como bien decía aquel «Ruso» que estaba en la cooperadora del Jardín, “algo para comprometerse” si queremos hablar de os pibes. Son las raíces de una ciudad mejor. La patria chica del Centro Fomento Villa Zula, un barrio con talento, en la tierra de los campeones del mundo.
Autoridades del Club
Flavio Velázquez (presidente), Patricia Toloza (vicepresidenta), Walter Di Massimo (secretario).
Subcomisión de fútbol infantil
Aníbal Galeano (Presidente), Juan Pablo Montenegro (tesorero), Marina Ledesma (secretaria), Gabriel Chavez, Martín Pérez, Brenda López, Celso Lezcano, Romina Mansilla (vocales).
Cuerpos Técnicos
Gabriel Benz y Camilo Romero (2011), Lucas Ledesma y Mariano Echecopar (2012), Gabriel Chavez y Rodrigo Rodríguez (2013), Emanuel Flamini (2014), Mauro Ferreira y Marcos Lombardi (2015), Marcelo Pérez y Lucas Arruarte (2016), Héctor Zeballos y Esteban Pereyra (2017), Gabriel Faliani y Rodrigo Sánchez (2018), Gastón Galarza y Lautaro Suniar Gonda (2019).
Referentes por categoría
Marina Ledesma (2011), Yamila Perdomo (2012), Luisina Acevedo (2013), Romina Pérez (2014), Gastón Caminotti (2015), Julieta Antonio (2016), Rocío Gómez (2017).
(*) Periodista | publicado en ViveLaPlata.-