La biblioteca del Club Villa Argüello solicita la colaboración de la comunidad para mantenerse activa. Este espacio, que resiste al paso del tiempo, los cambios y la falta de recursos, es un símbolo de perseverancia. Marisa Zanatta, bibliotecaria, detalló en una reciente entrevista con Berisso Ciudad la trayectoria de la biblioteca y su pedido de apoyo para encontrar un lugar donde pueda seguir funcionando.
En 2002, Zanatta, bibliotecaria de profesión, fue convocada por el club local con el objetivo de abrir una biblioteca. “En ese momento estaba estudiando. Ellos ya tenían 300 libros, pero para abrir la biblioteca necesitábamos 800 y una entidad ya creada”, recordó. Con la ayuda de amigas, lograron inventariar y sellar los libros necesarios para cumplir con los requisitos legales, consolidando así el proyecto.
En octubre de 2002, la biblioteca abrió sus puertas en el Club Villa Argüello. Con apenas una casilla construida por vecinos y socios, comenzaron a prestar libros y a recibir donaciones que ampliaron la colección.
A pesar de las adversidades, Zanatta nunca dejó de prestar servicios. Incluso durante la pandemia continuó atendiendo desde su casa y otros espacios, asegurándose de que la biblioteca siguiera fomentando la lectura, pese a los avances tecnológicos.
Hace tres años, la biblioteca perdió su espacio en el club debido a construcciones y reparaciones dentro de la institución. Desde entonces, los libros han sido almacenados en diferentes lugares, como la Escuela de Oficios de la UNLP, la filial de Gimnasia y Esgrima La Plata, y otras instituciones deportivas y culturales.
A lo largo de los años, estudiantes de Bibliotecología han realizado prácticas en la biblioteca, brindando su apoyo. Actualmente, un joven de la Tecnicatura en Bibliotecología colabora con Zanatta, prestando momentáneamente una casa de su familia. Sin embargo, este lugar también tiene limitaciones: “La casa necesita reparaciones y no podemos quedarnos mucho tiempo más”.
El principal desafío de la biblioteca hoy es encontrar un lugar definitivo. “Necesitamos un espacio donde podamos reinstalarnos y evitar seguir moviendo los libros”, expresó Zanatta. Este proyecto, nacido como un deseo colectivo, sigue siendo un pilar cultural y educativo para los chicos de la zona, quienes incluso acudían allí para recibir apoyo escolar.
En los últimos días, la bibliotecaria ha solicitado ayuda a distintas áreas municipales y a la comunidad en general para encontrar un nuevo lugar donde desarrollarse. “Más allá de todo, no quiero que se pierda lo que construimos. La biblioteca es más que libros; es un lugar de encuentro y aprendizaje”.