La histórica panadería Don Armando cumplió treinta años en su icónico local de calle 9 y 165, donde el amor y la dedicación a la elaboración de pan y otras facturas han pasado de generación en generación dentro de la familia.
En la década del 50, Armando Amiel se puso al mando de la panadería y la fábrica de galletitas. Finalmente, el local de Nueva York cerró, pero en los años 80, hijos y nietos retomaron la labor, continuando con la panadería hasta convertirla en lo que es hoy: un símbolo de la ciudad. Durante la pandemia, debido a las circunstancias, decidieron transformarse en cooperativa, centralizando el comercio en la ciudad de Berisso, donde también lograron expandirse con franquicias y sucursales.
Con una amplia variedad de productos panificados y comidas, actualmente se dedican principalmente al catering, una actividad que representa una gran fuente de trabajo. En diálogo con Berisso Ciudad, Darío Medina, presidente de la cooperativa, se refirió a los treinta años del comercio: "Para Berisso y para nosotros representa mucho esta panadería. Siempre tuvimos muchísimo trabajo y contamos con una gran variedad de productos". Asimismo, recordó el período de la pandemia, cuando decidieron convertirse en cooperativa debido a las restricciones que les impedían realizar servicios de catering: "Estuvimos dos años luchándola. Al pasar a ser una cooperativa, logramos remontar el local y seguir con la panadería".
Sin dudas, el "producto estrella" de la panadería son los fatay, de los cuales elaboran aproximadamente veinte kilos todos los fines de semana sin llegar a cubrir la demanda: "La gente viene a buscar y la gran mayoría de las veces no alcanzan", afirmó Medina.
Además, Medina destacó que ya se están preparando para las fiestas, ofreciendo diversas opciones para acompañar a las familias en la noche festiva y ser nuevamente parte de sus celebraciones.