Referenciar lo político, en épocas donde la política es mala palabra, no es poca cosa. Y, en este sentido, Tinelli instaló. Caras, figuras, defectos, pero también, campaña. Instala claro, pero no resuelve. No es su fin. Su fin es mediatizar y burlar.
Mientras tanto, La risa suaviza el problema: La fábula es más real que la realidad misma, y el sainete deviene en catarsis: un desconcierto de parte del electorado ante las entramadas listas de ficción.
La campaña electoral del 28 de junio se presenta como una guerra a todo o nada, plagada de alianzas circunstanciales, de intentos de desvinculaciones forzosas, de candidatos testimoniales, de acusaciones y autoelogios.
El oficialismo tiró toda su carne al asador, a sabiendas de que la crisis, las traiciones, los ruralistas, la clase media, han hecho estragos con su popularidad. Pero no nos engañemos, sigue siendo el oficialismo, o mejor: la estructura del PJ. La misma que llena el teatro argentino de bombos y banderas cuantas veces quiera, la misma que aún con presentaciones judiciales al respecto, afronta la elección con la sospecha de más de 40 candidaturas testimoniales.
Por otro lado, una Carrió aliada con socialistas y radicales y ansiando más que nadie el sillón de Rivadavia en 2011. Su alianza es forzada, polémica. El mismo Morales no ha sido apoyado por el Ari. Y mientras tanto, un Cobos desde el poder oficial, sumando vaquitas para otro corral.
Y si hay una alianza tirante, esa es sin dudas la de Sola, Macri y De Narváez. Al primero lo aislaron, el segundo piensa más que nunca en el 2011, y el último, está complicado con la efedrina, siendo su campaña la más costosa de todos los políticos.
A la par: nuevos Partidos, viejos nombres, y nuevas disidencias. Buscan la oportunidad de la banca. Más relegados aún, los grupos de izquierda, que en Argentina no ganan espacios, y quedan enredados en conceptos.
Pintura, dimes y diretes, fotos, y a ver que publica el diario al día siguiente. Mareo, insensatez y descrédito. Como en el gran cuñado, todo es superficialidad. Nos quedamos encerrados en estos límites, como si lo político fuera una mala palabra.
Como si fuera, pero no lo es. Lo político es una forma de ver y organizar el mundo, una casa, un club de barrio, o un país. Es imprescindible para la vida en sociedad y de aplicarse con conciencia, es la vía más justa. La política es la metodología con que nos acercamos a lo político, nos agruparnos, concretamos y construimos, o no.
La burla, la crítica, la mediatización, no son solamente características del Gran Cuñado. Es en lo que ha caído la sociedad entera. En tanto y en cuanto no nos hagamos cargo de lo político, seguiremos teniendo material de que reírnos para no llorar.