La empresa Prensadora Quilmes S.R.L., ubicada en 124 y 65 de la ciudad de Berisso, manipula de manera incorrecta los residuos con los que realiza su actividad incumpliendo la Ley Nacional 24.051, acumulando chatarra durante mucho tiempo en una zona urbana al aire libre.
Los vecinos de Villa Argüello están indignados por la presencia de este sitio a escasos metros de sus casas y juntaron firmas para pedir una respuesta al municipio. Una comerciante de la zona, sostuvo: “Las ratas se reproducen masivamente y la única solución que hoy se nos presenta es tener gatos como mascotas para combatir esta plaga. Ya no sabemos que hacer”.
La norma indica que es considerado peligroso todo residuo que pueda causar daño, directa o indirectamente a seres vivos. Durante la gestión pasada, cuando comenzaba la investigación de NOVA, el Secretario de Gobierno de Berisso, Guillermo Di Giacomo, admitió: “Hay inconvenientes de todos los colores con la empresa, por el polvo, las ratas, el dengue, el ruido y todo lo que genera en la región”. Actualmente, la gestión de Jorge Nedela directamente no emitió respuesta.
El terreno es alquilado por una compañía privada porteña que desembarcó hace varios años en la zona abriendo una sucursal en la mencionada manzana. Se encarga de comprar chatarra y compactarla, pero esta actividad no es habitual porque la montaña que se genera es cada día más imponente, superando los muros construidos para ocultarla.
Los metales se acumulan debido a que la empresa los comercializa cuando el mercado está óptimo para hacerlo. “Es un verdadero problema, la prensadora llegó al barrio cuando no había muchas casas; con el tiempo la urbanización creció y hoy la chatarra quedó en el medio de los vecinos” manifestó un vecino.
El veterinario Rodolfo Cerdá admitió que las chatarrerías representan un motor para la reproducción de plagas y para la proliferación de enfermedades. “Las bacterias sobreviven un largo tiempo en el agua; entre los hierros, chapa y todo lo que haya allí se acumula agua de lluvia. Este hábitat es ideal para la reproducción de ratas, lauchas, y también insectos, sobre todo en verano” sustentó el profesional.
Desde el Centro de Salud local, explicaron que los vecinos están expuestos a convivir con estos vectores, que son organismos vivos que transfieren un agente infeccioso de un hospedador a otro, siendo los responsables de una gran parte de las patologías humanas como la Leptospirosis, el hantavirus, el dengue, el Aedes Aegypti y encefalitis de San Luis, entre otras.
Polvillo molesto
La presencia de polvo de óxido de hierro en suspensión que genera el depósito de chatarra al aire libre en el medio de un barrio provoca malestar en los habitantes que deben lidiar con estas partículas en el interior de sus casas, en las piletas, en autos y en todo lo que esté a su alcance
Julia Sánchez, vecina del barrio, aseguró: “Nosotros tenemos pileta y cuando hay mucho viento tenemos que cambiar el agua cada un día y medio porque se llena de óxido”. Los vecinos admiten que el polvo de oxido cuando hay viento se expande por toda la región debido a que la montaña de chatarra supera las paredes que delimitan el predio.
La Dra. Alicia Ronco, Investigadora del Conicet, declaró que el óxido del hierro puede llegar a producir dificultades respiratorias si el polvo es excesivo y en partículas pequeñas. Los vecinos no entienden porqué la empresa no techó el lugar o por lo menos no riega los desechos para que no vuele el polvillo.
Horacio Beláustegui, presidente de la Organización Biósfera, sostuvo que se debe expulsar a la empresa del lugar o derivarla a un terreno alejado de la franja urbana. “La Municipalidad debería encargarse de transportar la chatarra que se junta hacia una prensadora que no ambicione a seguir ganando dinero en el medio de un lugar densamente habitado” explicó el especialista.
Desvalorización de los terrenos
La presencia de esta montaña de chatarra genera una gran disminución del costo de las casas. Desde la inmobiliaria Hervas, certificaron que es complicado alquilar o vender propiedades aledañas a chatarrerías como ésta: “Genera una desvalorización de los terrenos, teniendo nosotros que comercializarlos a un precio muy inferior que otros lugares”.
Otro habitante de la zona, Daniel Gestaldi, aseguró: “Cuando realizan su trabajo nos producen temblores en nuestros hogares, porque la compactadora emite vibraciones y al no tener bien construido el sitio, esas vibraciones van por la tierra a los sectores aledaños”.