Contadas por Daniel James y Mirta Lobato

Historias extraordinarias de Berisso

En paisajes del pasado (Edhasa) se entrelazan las historias de Berisso con la trastienda de un largo derrotero de investigación que, según señalan sus autores, llega a su fin con este ensayo.

Daniel James y Mirta Lobato se despiden de un objeto de estudio que los cautivó por más de treinta años, pero en esa despedida nos dejan un legado hecho de historias extraordinarias que estaban escondidas en las calles, en casas, asociaciones y rincones de una ciudad que atrae y a la vez irradia, un punto capaz de articular geografías materiales, simbólicas y afectivas distantes.

Según lo difundido por el medio Clarín, Berisso se conecta con Ucrania y Croacia, con Bankfield en Canadá y con los parajes rurales de Atamisqui y Loreto en Santiago del Estero. Berisso se integra en una espacialidad que excede las fronteras nacionales y provinciales. Paisajes del pasado también es un libro íntimo, porque a lo largo de sus páginas desvela las experiencias personales de los protagonistas de esa vibrante comunidad obrera, pero también porque su relato está salpicado de revelaciones en las que los autores comparten con el lector sus retos y perplejidades.

James y Lobato exponen los claroscuros de una reconstrucción histórica basada en fuentes fragmentarias, magras e imperfectas, que demandan de una laboriosa contextualización capaz de completar vacíos y crear sentidos. La trama del libro está hecha, entonces, de las experiencias afectivas de los diferentes actores que pueblan sus páginas, pero también de las de los autores. De la urdimbre se asoman la sensibilidad exquisita de James y Lobato, sus lecturas eruditas, sus gustos por el cine y la literatura y sus vivencias profesionales y personales.

Paisajes del pasado es un libro de relatos e imágenes, nos adelanta el subtítulo. Allí convergen recuerdos que componen narrativas familiares y memorias públicas, objetos que viajan en el tiempo portando huellas materiales y afectivas y que, al ser relocalizados en un museo, cambian de sentido e impulsan procesos de recordación, nostalgia y duelo; y decenas de fotografías de la vida privada, de las comunidades de inmigrantes ultramarinos y de migrantes internos, de las calles, de las fábricas, o de sus ruinas.

¿Cómo dar sentido a esos fragmentos y construir con ellos un relato de la/s experiencia/s? James y Lobato proponen la idea de montaje para analizar en simultáneo los retazos significativos del pasado de Berisso y escribir una de las historias posibles de la ciudad.

En el libro, el montaje es una intuición, una actitud imaginativa y una posición epistemológica que desafía a las lagunas de las fuentes y al oscuro vacío que se extiende más allá de los bordes de una foto, y que permite sostener en tensión el hilo narrativo que cose los episodios del libro: la calle Nueva York, las familias de inmigrantes ultramarinos, las experiencias errantes de los santiagueños y la memoria comunitaria sintetizada en museos y fiestas.

La calle Nueva York fue el escaparate de la ciudad, el testigo de la pujanza y la decadencia, el paisaje coloreado de cosmopolitismo, el amplificador del multilingüismo, el lugar de la sociabilidad y el escenario de los conflictos, como la huelga de 1917, un episodio crucial en la configuración de la identidad obrera de Berisso, del que, sin embargo, ha quedado solo una huella borrosa en la memoria de una comunidad que asocia sus luchas proletarias a otro tiempo: el del peronismo.

Los migrantes santiagueños, que aplacaron la nostalgia del pasado rural con el apego a la cultura quichua, con la música, las danzas y las leyendas de sus desolados parajes de origen, comenzaron a transitar por la calle Nueva York en los años cuarenta, cuando el discurso estatal del peronismo, que legitimaba el valor de la cultura popular de Santiago del Estero, les permitió reclamar su lugar en un paisaje urbano densamente poblado de inmigrantes ultramarinos.

Esos extranjeros tenían una vida transnacional no carente de tonos melancólicos, pero habían aprendido a convivir imaginariamente con los miembros de sus familias que permanecieron del otro lado del mar, a reemplazar la conversación cotidiana por el diálogo epistolar y a nutrir los vínculos para evitar que la ausencia se transforme en una rasgadura por la que se cuela el olvido. Sin embargo, la batalla contra el olvido no fue solo individual, sino también comunitaria.

La herencia de la industria, las migraciones y el peronismo fue “la urdimbre con la que se tejían los recuerdos, los silencios y los olvidos” y con la que –entre disputas y consensos- fueron tomando forma las memorias públicas del esplendor y la desindustrialización. Los cuatro episodios que componen este libro nostálgico y conmovedor revelan una Berisso desconocida, que excede a sus dos rasgos más populares: la cuna del peronismo y la capital del inmigrante.

Paisajes del pasado descubre las vivencias de una comunidad que experimentó el apogeo, que padeció el declive y que, entre audiovisuales, museos y espectáculos, gestionó el fracaso y transitó el duelo.

María Bjerg es historiadora, profesora en la Universidad Nacional de Quilmes e investigadora del Conicet.

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