Fuente: El Día
No fue la tarde esperada por Villa San Carlos. Había expectativa por su estreno en el Clausura de la B Metropolitana, pero finalmente, se fue masticando bronca y con las manos vacías.
— Villa San Carlos (@CAVSCoficial) January 25, 2020
Los Andes, un equipo plenamente renovado, con muchas caras nuevas (incluyendo la del entrenador Germán Cavalieri), se presentó en Berisso con la consigna de no perder. Y lo consiguió.
El Celeste, que llegaba con la mochila de haber sido el último subcampeón del Apertura, tuvo un primer tiempo muy bueno, haciéndose de la pelota, cubriendo todos los espacios y generando las chances de gol más claras. Sin embargo, la falta de puntería de sus delanteros no le permitió irse al descanso al menos con una ventaja.
A Los Andes le costó acomodarse en el campo de juego. Solo pudieron verse algunas cositas de Diego Galeano y de Walter Mazolatti.
La Villa, con dinámica y circulación de pelota, tuvo la primera oportunidad de marcar a los 7 minutos, con un cabezazo de Ignacio Oroná (apareció solo y sin marca), que se fue apenas desviado.
Luego, a los 23, un bombazo de Ignacio Guerrico que se estrelló en el travesaño; en el rebote, Matías Sproat convertía el gol, pero la jugaba había sido invalidada por posición adelantada.
San Carlos, con su habitual esquema, supo manejar los tiempos del partido, aunque de tres cuartos de cancha le faltó sorpresa. Alejandro Lugones, con su habitual velocidad, trató siempre de abrir la defensa del Milrayitas. Ya sea por derecha o por izquierda; mientras que Matías Sproat buscó infiltrarse por el medio, con la idea de encontrar espacios para las entradas del Pájaro Miranda, que se mostró estático e irresoluto.
En la parte final, Los Andes se acomodó mejor. Y a partir del trabajo de los volantes, comenzó a manejar la pelota. Si bien no tuvo demasiado peso en ofensiva, buscó construir su juego en base al error del adversario. A los 24 llegó la jugada del penal dudoso. Sálega fue a buscar la descarga ante el cruce de Alegre. El árbitro compró y sancionó la pena máxima, que Noriega transformó en gol. Después, lo de San Carlos fue pura impotencia, aunque en el fimal Schmidt lo pudo empatar.