Tímidamente el frío comenzó a ganar las calles de Berisso. Arrancaron los días de lluvia y humedad propios del otoño, esos días en los que estar a la intemperie se torna cuesta arriba. A todo eso se suma, el proceso incierto y de temor llamado pandemia.

A algunos nos encuentras en nuestros hogares, con por lo menos, un plato de comida caliente. A ella la encontró en la calle, frente a la Escuela Media 1, sola, acurrucada sobre un colchón y bajo la llovizna.

Por distintas circunstancias el mundo la aisló, las posibilidades no llegaron a su vida y se vio en desamparo, en situación de calle y llevando tres dias sin comer.

Una persona vinculada a la estructura comunal (desde un área que recorre las calles ejerciendo control) pasó por la zona y la vio, luego miró su situación y no dudó en intervenir.

Ante los pedidos de ayuda y asistencia, se pudo conocer que en un primer momento no hubo respuesta, costó dar con la salida inmediata y de urgencia. No había plan de emergencia para una mujer en situación de calle, vulnerable, con frío y hambre.

“No es mi área”; “no me corresponde”; “llamá a fulano o a mengana”, fueron las primeras contestaciones al desesperado pedido de ayuda.

Hoy la joven mujer se encuentra en un lugar con contención, a resguardo y asistida. Para esto, y pese a contar con una interesante planta ejecutiva que recibe dietas también interesantes, fue el mismo jefe comunal quien debió “encontrarle la vuelta” y responder.

La joven hoy, de acuerdo a lo que se pudo conocer mediante fuentes seguras, se encuentre en un hostal de nuestra ciudad, previo a eso fue asistida en la comisaría.

No es la primera vez que, pese a contar con funcionarios destinados a solucionar problemas específicos, llámese seguridad, llámese género, se pasan la pelota unos a otros cuando hay que resolver.

En situación de emergencia no hay lugar para distraídos, deben estar al frente.