Después de seis años de estar sin luz en la vereda de su vivienda, Mónica, una vecina de calle 604 entre 129 y 130, finalmente captó la atención del Municipio que se acercó hasta el lugar a arreglar la luminaria ¿La mala noticia?: nunca anduvo.
Todo comenzó el martes, con la presencia de los agentes municipales quienes intervinieron dos postes, el de la frentista y otro situado en la esquina. Pero al llegar la noche, “no prendía ninguno”.
Al día siguiente, Mónica solicitó nuevamente el arreglo y, por desgracia, “al llegar la tardecita el único que prendió fue el de la esquina, pero el de mí casa no”, reveló.
La insistencia reside en que, más allá de del tiempo que estuvieron desatendidos, el no contar con iluminación los vecinos temen por los hechos de inseguridad.
Además, consideran que “es indispensable para solicitar ambulancias o algún que otro tipo de servicio, porque al estar así no se animan a venir”