En esos recuerdos la calle estaba viva: bullía, se llenaba de murmullos, canalizaba a la gente hacia las plantas y la recibía a la salida de un frigorífico que, aunque consumía a sus operarios, también producía riqueza y repartía dinero y poder adquisitivo (...)
(James, Daniel. Doña María: historia de vida, memoria e identidad política)
-¿Y qué les dirías cuando les mostrarías el arco?
Que eso es el corazón del barrio, que esto es la historia de lo que es el trabajo del frigorífico, la gente que vivía en ese espacio, la historia y todo eso. Creo que es ahí donde la llevaría. También donde vivo yo y algunos lugares por ejemplo en lo que es fondo hay algunas cosas que van quedando todavía. (...)
-¿Le cambiarías algo al barrio?
Creo que no, creo que así está bien. Creo que manteniéndolo, cuidándolo y dándole un poco de vida, no es necesario poner cualquier cosa. (...) cambiarlo no, creo que eso es la historia, lo que hace reconocer el barrio. El espacio.
(Tomás, Barrio Nueva York)
El barrio Nueva York forma parte del Partido de Berisso (Provincia de Buenos Aires) y es el más antiguo de la zona, reconocido por su pasado ligado a la cultura proletaria y por su presente vinculado a la reciente ampliación del Puerto La Plata y, con ello, a la instalación de la Nueva Terminal de Contenedores (TEC - Plata).
Durante el siglo XIX se instalaron allí los primeros saladeros de la zona. En 1890 se inauguró el puerto La Plata, y en 1904 el frigorífico La Plata Cold Storage Company Limited, que en 1917 fue adquirido por la compañía Swift de La Plata. Junto con la instalación del frigorífico Armour en 1915, ambos tuvieron un impacto económico y social fundamental para Berisso. Así, inmigrantes de varias partes del mundo llegaron a Berisso y se instalaron en las tierras que rodeaban a la planta frigorífica. A las industrias de la región se sumó en 1922 los Yacimientos Petrolíferos del Estado. Entre 1930 y 1960, las plantas Swift y Armour de Berisso llegaron a dar trabajo a entre 15.000 y 20.000 obreros en conjunto.
Como lo relatan algunos trabajos sobre la calle Nueva York, en el imaginario social estuvo siempre presente la idea de que la de antaño había sido una época “dorada”: “En los recuerdos de los berissenses esa calle se destaca como un lugar evocador del trabajo (...) o la actividad en los bares”; “Mientras estuvieron abiertos los frigoríficos de la zona todo fue movimiento, crecimiento, prosperidad y trabajo”.
Pero la gran calle “Corrientes” berissense -como era denominada debido al movimiento de gente diaria que la recorría- empezó a decaer y algunos de quienes la vivenciaron, la guardaron en su memoria como pudieron. Los frigoríficos y sus obreros, sufrieron el impacto negativo de la baja en la exportación de la carne de la década del 50 en Argentina y hacia los 60, una serie de maniobras empresariales de la sociedad Deltec Internacional Limited (de la que formaba parte el Swift), provocaron el cierre del Armour y el posterior vaciamiento de los frigoríficos Swift en Argentina y su cierre definitivo en 1983.
Hacia los 90 se realizaron las privatizaciones tanto del puerto como de YPF, con lo cual los despidos de trabajadores fueron masivos y la desocupación un problema central de esa época , aunque se extendería unos cuantos años más.
Lo que late
De un lado de los adoquines, la inmensidad misma cercada: un terraplén que impide el acceso de un barrio al río. Del otro lado, algunas casitas, muy destruidas por el paso del tiempo. Techos de chapa de colores avejentados que se mezclan con algunas partes de las grúas del “progreso”. Los adoquines forman la calle, destilando un aroma a cloaca desbordada que va en aumento después de los días de lluvia y se mezcla con el olor a grasa de tortilla recién hecha.
El barrio Nueva York de Berisso es una calle, aunque también es más que eso. La Nueva York es una calle, y personas que la habitan. Porque los lugares, tal como lo propone pensar la geografía de la cotidianidad, son las prácticas sociales que allí realizan las personas que los habitan. Porque las personas, son habitadas por esos lugares y, entonces, el territorio se hace cuerpo.
La Nueva York es una calle, y es el reflejo, en los charcos de agua acumulada en los cordones, de los pies descalzos de los pibes y las pibas que corren de lado a lado buscando un poco de diversión.
La Nueva York, es una calle que late. Y el latir se siente desde el Hogar Social -edificio que data del año 1943- hasta la última esquina hasta donde hoy puede llegar un grupito de jóvenes que se juntan a compartir las horas.
Ojos que no ven...
Sin embargo, a los ojos de algunos, la calle Nueva York, como en cada llegada al receso invernal, como en cada verano de vacaciones, es un recurso turístico que “no logra salir del estado de postración y decadencia en que se encuentra” (Diario El Día 2017).
Sin embargo, quienes no habitan el cotidiano de la calle Nueva York, no ven a las personas que allí viven, no escuchan el sentir de un barrio que, sumido en el olvido, lucha a diario por existir. No perciben el latir de una calle que aglutina múltiples propuestas pensadas y motorizadas principalmente por vecinos y vecinas del barrio que intentan mostrar que debajo del gris mediático, existe el arco iris: el Centro Cultural Mansión Obrera, la radio 98.50 La Charlatana, el Movimiento de Trabajadores Desocupados, la EGB Nº9 “América” y ESB Nº 12 “Monseñor Angelelli”, el Teatro Comunitario de Berisso, -Raíces Bar (Antiguo Bar Dawson –o Inglés-) y el Club Zona Nacional.
Alida Dagnino Contini