Durante los últimos días, la ciudad de Berisso cruzó sus límites en lo que respecta a la agenda mediática. La ciudad tuvo rebote en los medios nacionales y de la región por contener altos índices de pobreza y vulnerabilidad, contando con uno de los barrios más pobres del territorio argentino.
Los Provincianos es el barrio que cuenta con más de 350 familias, más de mil personas que viven acá nomás, en Berisso. Está dispuesto al margen de la muy transitada Avenida 66 y la calle 32 ocupando 21 manzanas, allí los vecinos pelean por ganarse la vida día a día, pelean por sobrevivir.
Un informe realizado por la ONG Techo y difundido y replicado por distintos medios posicionó a este asentamiento en el podio de los más avasallados por la vulnerabilidad territorial en todo el país.
Dentro del informe de la organización se establece un esquena con cuatro niveles que indican el grado de fragilidad: media; media-alta; alta y crítica. Los Provincianos rompe las barreras para tocar el fondo de la escala y posicionarse en el estado más crítico.
El asentamiento se consolidó hace aproximadamente una década, un poco más un poco menos, sobre terrenos fiscales y está conformado fundamentalmente por migrantes de distintas provincias argentina y otros barrios de la región. El dato más alarmante es que carecen de absolutamente todos los servicios, desde el servicio de energía eléctrica, la conexión a la red cloacal y hasta la dificultad para comprar la garrafa social.
Consiguen el agua como pueden, a través de un caño matriz de 2 pulgadas de diámetro cada vecino saca una manguera. Con respecto a la luz, salvo dos cuadras, los vecinos distribuyen el servicio “colgándose” de los cables. Y a este escenario se suma que el ingreso de vehículos es nulo por el estado de las calles. Ni transportes, ni patrulleros, ni ambulancias. Nada.
En un diario de tirada nacional describieron una situación cotidiana. Siete hermanos, de entre 3 y 11 años, todos varones, se plantaron alrededor de un zanjón de una calle de tierra y cascotes. El mayor llevaba una caña de pescar con un caracol que le servía de carnada para pescar ranas, primero juegan con ellas y luego las comen con su familia. Con este relato graficaron las condiciones más extremas, de aquellas personas que le dan pelea al día a día, con changas como principal fuente de trabajo y donde todos colaboran.
Pero sobre esta realidad oscura y de absoluta carencia, se abre un dejo de luz a partir del espíritu de solidaridad. Son los mismos vecinos los que “se las rebuscan” para paliar un poco la desazón a través del funcionamiento de un ropero comunitario, un merendero que le ofrece la leche todos los días a más de 50 niños del barrio. “Nos ayudamos entre nosotros, es la única que nos queda” decía Juan Ramón, un fletero a un medio de la región y, sin dudas, esta es la consigna en El Provinciano.
De acuerdo a lo arrojado por los estudios de Techo, el 70 por ciento de los asentamientos se organizan de esta manera para mejorar el barrio y creen que el rol de cada uno es el de justamente organizarse y participar de forma activa.
En este marco de carencias y de necesidad, los vecinos de Los Provincianos piden como primera medida y de más urgencia la intervención del Estado en el arreglo de calles.