Por Gabriel Alejandro ‘Colo’ López
Especial para lapf.com.ar
Puedo empezar así: una mujer que regresa a la cancha que lleva el nombre de su padre, José Manuel Terrier, del Centro de Fomento Curuzú Cuatiá. Una vecina, además, de la sede social, con su casa que está medianera de por medio al club que presidió su admirado progenitor, incansable trabajador comunitario. María Elena Terrier nació en 1951 (estuvo con su hermana Cecilia Terrier) y precisó que a sus cinco años ya vivían en Villa Elisa.
Puedo empezar de otra forma: Cuando buscábamos fotografías y diarios que describían la obra de aquel hombre católico; y encontrarme con el alma en cada letra, esas notas a través de las cuales informaba a la población y solicitaba pavimentación, refugios para el transporte público, organización del corso y de los baile de carnaval. Allí está don Terrier en una imagen, en un escenario, señorial, de anteojos, de pie, en una ceremonia de premiación, en el mismo lugar donde trajeron a Serrat, Sandro y otros artistas que atraían multitudes.
Puedo encontrar en la palabra de esa hija, las mejores palabras: “Este día va a quedar en nuestros corazones para siempre”. Se hace llamar Malena, me mir como si en este enviado de la Liga Amateur haya un poquito del ser de su padre que fue periodista (fundó La Reforma Ilustrada) y visionario de lo que hoy es Curuzú: club afiliado a la Liga Amateur y con cancha propia.
Otros ex presidentes han disfrutado después de haber luchado tanto, como Manuel Carrusca, 88 años, sucesor tras la muerte de José en 1978. “Muy difícil ganar un campeonato en la Liga”, reflexiona. “Había gente que se dedicaba más al fútbol y otros que estábamos más en la sede, pero siempre apoyándolos”. Sus gestos, su temperamento inclaudicable, sus casi increíbles trayectorias amateurs, se han vuelto a encontrar con otros pares, como Oscar De Jesús, 86 años, otro pilar del club, que reconoció “luchar toda mi vida”.
Asombrado por la historia misma, hoy abro esta página, autorizado por todos los clubes, en una suerte de “libro abierto” con un link que va a permanecer como el resumen del tercer episodio del ciclo Los Grandes Campeones de la Historia, que continuó en Villa Elisa, después de haber logrado la misma fiesta en Estrella de Berisso y en Villa Montoro. Antes de contarles cómo jugaba el campeón, quiénes jugaban, ante quiénes, recuerdo haber inspirado profundo y alzar mi vista ante la belleza del cielo, agradecer y sonreír porque los astros ayudaron (llovió mucho el día después), pero estuvo lindo (regalo de Dios) el sábado 30 de noviembre de 2024, una fecha redonda, porque cincuenta años antes y a la misma hora de las 15.30 cuando las leyendas pisaron el campo, otro sábado 30 de noviembre de 1974, el árbitro berissense Enrique Graziani anunciaba el inicio del partido Villa Montoro – Curuzú Cuatiá, que iba a consagrar a los “Portugueses” por primera vez. Un placer más, a la vista… Los jugadores actuales este año lucen una camiseta de rayas finitas verdes y rojas, similar a la de aquellos campeones. Una idea que va más allá del gancho del marketing, porque en el jugador de fútbol (que es uno solo, arriba o abajo, ayer y mañana) hay una forma de sentir y de llevarla puesta que no admite discusión: se la quiere.
Aquel sábado ganaron 2 a 1 y en el séptimo año de afiliación era los mejores; este sábado volvió a ganar Curuzú y tal vez habrá quedado la semilla de un comienzo para volver a ser de Primera.
Allá por las 13 horas, a la sombra de la arboleada, en un sector de la tribuna local, el presidente de la LAPF Leandro Campano se dirigió a las leyendas en nombre de la casa mayor del fútbol platense: “Este es un momento movilizante. Buscamos reconocer a la gente que ha pasado por los clubes y ha dejado su huella. Compartimos este momento con ustedes, un momento para atesorarlo”.
Damián Chiruzzi, presidente de Curuzú, siguió con su alocución, un día después de la asamblea que le juntó todo y le quitó tiempo para los detalles finales del homenaje, pero allí estaba, de pie, con respetuosa bienvenida y un arranque de discurso que tuvo que interrumpir (pedir disculpas, emocionado). “Cuando empecé a escribir, me imaginé un poco esto, a pesar de mi primer apellido italiano, estoy muy arraigado a Portugal porque mis abuelos vinieron de allá. Aprovechando esta oportunidad que nos da la Liga de reconocer a los campeones del ’74, nuestra primera estrella, y dijimos con este personaje magnífico que es el “Colo” Lopez, ‘vamos por un poquito más’, y llamamos a otros campeones y jugadores pioneros. Es muy gratificante ver a las familias acompañando al que trabajó tantos años, otra vez en nuestra cancha, abrazándose, y sintiéndose valorados”.
Se siente la primavera en el aire y en el perfume que desprende el pastito verde, que el dirigente Dimitroff, mientras atiende el buffet, nos revela en una frase de maestro inspirado en el amor… Agradeció el elogio y agregó: “Sin semillas especiales, eh”. La cancha donde jugaron con Romerense en cuarta, senior y reserva, recibirá a las leyendas. ¡Cuántas hay! Cuarenta almas que han vuelto al hogar donde la felicidad tuvo colores de Portugal y muchas razones para celebrar la amistad, más allá del resultado del sábado o el domingo.
Allí, que según recuerda Daniel Goncalves, “existió un cultivo de flores, hasta que en 1972 inauguramos, y donde estabna la casa de los antiguos dueños se hicieron los vestuarios”. A los dos años fueron campeones, el dichoso 1974, en Primera y en Cuarta. Entonces, el presidente liguista, Ismael López Osornio, que integrara el Consejo Federal de la AFA, a la hora del balance felicitabaa “a la joven institución” por el logro de ambos torneos. Recién seis años antes habían logrado la afiliación, en 1967.
Aquellos muchachos, aquella campaña, aquel tiempo menos demandante pero tan apasionante, tuvo hombres que sembraron a un costado del campo, que fueron dirigentes del campeón.
José Manuel Terrier. Por él, estuvieron las hijas María Elena y Cecilia, y famiiares con los que se había criado en La Plata, Elvira y Liliana.
Martín Pedro Barjak. Por él, su hija Patricia, que se lloró todo.
Armindo Guerriero Miguel. Por él (que partió hace un año) estuvo su hijo Héctor y el sobrino Daniel De Jesús. Con el brillo de su mirada que permanece fresca, la jornada inolvidable del 30/11 (bautizada por el Club como El Día del Hincha) rindió honores a ex dirigentes, entre ellos, presidentes; colaboradores de distintas etapas, ayudando al crecimiento y sostenimiento de esta institución de bien público.
Manuel Carrusca (29/7/1936)
Oscar De Jesús (11//1/1938)
Daniel Martins Goncalves (17/1/1951)
José Martins Goncalves (28/11/1948)Angela Poncetta (8/3/1961)
Juan Carlos Quintas “Panco”(16/6/1950)
Eduardo Albanese (10/12/1954)
Dr. Néstor Saggese (25/10/1935)
Dr. Marcelo Saggese (16/8/1979)
Los últimos son traumatólogos, colaboradores de Curuzú Cuatiá.
Villa Elisa tenía más espacios verdes por habitar, más potreros, menos autos, y un día Curuzú entró a la Liga Amateur, a las andanzas de visitante cuando no había tanta frecuencia de micros y trenes. Estaba obligado a competir con tres categorías, una cifra que pone a la altura de un “poroto” a aquellos torneos en comparación con las actuales exigencias, de infantiles, juveniles, veteranos y la tira del fútbol femenino. Pero en 1974 pasó lo que muy pocos imaginaban, el título de aquel equipo donde Martín Barjak no se consideraba un DT con importancia como el que tienen los actuales. Era más bien el delegado que tenía la Comisión para resolver los problemas del fútbol. Nadie lo sabía, pero ser campeón para Curuzú sería algo que iba a pasar de tanto en tanto; el bicampeón 2009 y el último en 2015.
Como obstinado en que estuvieran todos, no importara la distancia ni el medio siglo transcurrido, ahí los veo, con sus hijos, nietos, con una vida hecha. Medio siglo ya de los ganadores del primer trofeo de primera división.
Adelmo Ruben Heredia. “Chocolate” (20/11/1950)
José Manuel Quintas “Yeyo” (26/10/1948)
Gabriel Mariescurrena “Puchero” (10/1/1952)
Hugo Peralta “El Uruguayo” (3/10/1954)
Oscar Angel Medina “El Tato” (19/4/1954)
Ricardo Rogosz “El Colorado” (10/1/1954)
Abel Galarza. “El Negro” (3/2/1948)Alberto Pinto “El Beto” (4/8/1949)
Raúl Tabieres. “El Indio”
Juan Lachalde “El Flaco” (29/6/1952)
José Luis Da Conceicao (1/2/56)
Propios y ajenos conmovimos por tanto amor vibrando en el predio, desplazando la pachorra del fin de semana por un mediodía que nos mantuvo bien entrenados en la memoria. Como si todos volviéramos a jugar. Como si algunos de ellos, que ya partieron, pudieran hacerse un lugar y estar sonriendo desde el más allá. Tuvieron el reconocimieno póstumo el notable arquero Juan Carlos Martinicorena (6/3/1953, fallecido en 2022); su compañera Betty Matar, su hermano Luis, y una hija Daniela.
Y fue muy bello encontrar a otro grupo familiar numeroso que representó a Julio César Ramos Mexía (19/1/1944, fallecido en 2013); su mujer del segundo matrimonio María Elena Camogli y los hijos Mariano y Julieta, muy emocionados.
Otros campeones que se nos fueron yendo: Claudio Batisti, Néstor Sbatella, Héctor Llanan, César Riquelme, Francisco Martínez, Humberto Garnica.
Hay una foto del campeón, solo una, y no están todos. Confirmamos la fecha, 14 de diciembre de 1974, dos sábados más tarde de la coronación, cuando debían completar el Cuadrangular y los visitaba Verónica, pero los verdes no se presentaron y en tiempos sin telefonía móvil, no se avisó y Curuzú se quedó solo posando para un fotógrafo.
Ese equipo, a priori, no era candidato. Primero, porque iban seis años de experiencia dentro de la LAPF. El punto fuerte era la localía, el segundo año completo que jugó en casa, después alquilar cinco temporadas en Deportivo Villa Elisa y en Sportivo Villa Albino, ¡en Ensenada!
En la etapa Clasificatoria, éstos fueron los resultados con cada rival de su zona: Los Tolosanos, 0-2 y 3-0; Unidos de la Villa, 4-2 y 1-0; El Cruce, 1-1 y 0-0; Estrella 1-0 y 2-3; Deportivo La Plata, 2-1 y 2-0; San Martín, 2-1 y 8-0; Porteño, 3-2 y 4-1. Logró 22 puntos, ganó diez lances, igualó dos y perdió dos, con 32 tantos a favor y 12 en contra. En la ronda Final (de cuatro equipos, que llegaron de las dos zonas iniciales) Curuzú empezó igualando con Deportivo La Plata y luego le ganó a todos: Villa Montoro (L) 2-1, Verónica (V) 4-1, Deportivo (L) 2-0, Montoro (V) 2-1 y Verónica (L) ganó puntos. Las posiciones finales: Curuzú 11 puntos; Deportivo La Plata 7, Montoro 4, Verónica 2.
Como dato sobresaliente, en los años subsiguientes serán campeones los rivales que enfrentó en el ’74 (Montoro tuvo un tricampeonato 75, 76, 77; lo paró Estrella en el 78, Verónica ganó en el ’79 y Deportivo La Plata en el ’80.
En las opiniones de propios y ajenos, la solidez de Curuzú en su extrema defensa fue la clave. El arquero Juan Carlos Martinicorena que pasó a Cambaceres y será campeón de la 1ª D de AFA en 1976. Un emisario del Rojo lo vio atajar en Curuzú y se lo llevó a Ensenada, y allá lo vio después gente de San Lorenzo, y cuando iba a firmar para ser profesional, le “soplaron” la chance al contratar a Ricardo La Volpe. Cuando su familia ingresó al campo, se vio un momento de suma emoción, dirigiéndose al arco, donde tantas tardes sacó pelotazos el inolvidable Juanca que ya no está entre nosotros.
El suplente era Héctor Llanan, del barrio Ceballos de Florencio Varela, titular varios partidos cuando por distintos motivos o podía estar Martinicorena (por el servicio militar o trabajo), y entonces iba al banco el 1 de la Cuarta campeona, José Luis Da Conceicao.
El 2 y el 6 se entendían desde los torneos de la Suburbana Norte, y de los torneos nocturnos. César Riquelme, “un señorón, con una presencia bárbara”, dicen, y los árbitros solían escuchar sus reclamos con un tono firme del capitán de Curuzú.
Al igual que Julio César Ramos Mexia (stopper), venían desde La Plata.
Durante el evento se lo vio muy emocionado a don Raúl Seimandi, un hincha de aquel equipo y cuñado de Ramos Mexía (lo dirigió en los nocturnos).
Los laterales también debían organizarse para venir en auto hasta Villa Elsa; el lateral derecho Néstor Sbatella yel izquierdo Ricardo Rogosz, de Florencio Varela. Además, laburaban en la fábrica Peugeot, que organizaba sus torneos internos y ellos formaron parte del seleccionado, siendo apalabrados por el dirigente de Curuzú, Horacio De Jesús, para ficharlos en la Liga. Arrancaban en el Valiant, de Sbatella, desde la rotonda de Bosques, y por lo general también subían a la figura del equipo: Ruben Heredia, crack que también tuvo su empleo en la automotriz, y llegaba con un pasado profesional en el fútbol (jugó en San Telmo, Primera B de AFA, en 1971).
Oscar “Tato” Medina, otro defensor, clase ’54, recuerda a Rogosz como un 3 rápido, yo era suplente de él. “Había que estar bien entrenado y teníamos una muy buena defensa y un goleador como Lachalde; eramos muy respetuosos de los grandes, hablábamos lo necesario”, consideraba quien nació viillaelisense y reside en Arturo Seguí (fundador de la primera escuela de fútbol).
“Tato” alternaba y al año siguiente “empecé en la primera y no la solté durante 15 años, fui capitán”.
“Eramos seis que trabajábamos en la Peugeot, e integrábamos el seleccionado de fútbol de la fábrica, Llanan, Sbatella, Pancho Martínez, Garnica, Heredia y yo” cuenta Ricardo Rogosz, que se reencontró como ansiaba “con Chocolate, un amigo que al casarse se mudó de Gutiérrez. Heredia era desgarbado, con una habilidad bárbara”, agregó Rogozs, próximo a cumplir 70 años y ¡no paró nunca de jugar! (está jugando en Quilmes un torneo para mayores de 65 años).
El famoso “Chocolate” encontró un socio ideal para tocar, Gabriel Mariescurrena “Puchero”, criado en Villa Elisa, en la zona del Parque Pereyra. Había debutado en primera en 1970, con 18 años, un número 8, “faquito como Nacho Fernández, pero cómo jugaba, ¡completo! Me hice al lado de él”, afirma Daniel Silva. Muy feliz en el homenaje, junto a su compañera Gladys, Gabriel confesó: “A los 14 estaba por firmar por Gimnasia, pero no tenía a mis padres. Somos once hermanos. Un día viene un portugués y me dice ‘Puchero, te pago el tren, el micro para jugar en Colegiales, pero tenía que laburar. Las inferiores de Cole las tenía Boca, yo tenía 16 o 17 años. Me probé un par de veces y no quise ir más”.
Dos mediocampistas combativos eran nacidos en el extranjero. Claudio Batisti, “El Tano”, de Pistoia, Italia, famoso por su fábrica de tornos en City Bell (exportaba a México). Ya había logrado campeonar en la Liga con Villa San Carlos, aquel de los seis torneos consecutivos.
Hugo Peralta es uruguayo de Salto, que le tiran elogios y sonríe, acompañado de su mujer y un amigo Nelson Rolón (ex árbitro liguista). “¿¡Sabes lo que metía el Tupa!? Igual al Ruso Ascacibar (hoy ídolo de Estudiantes) pero éste era morocho” contó “Chacho” Carranza. “Una vez lo veo trepado a un mástil, y me decía ‘dejame que de acá ‘miro toda la cancha’, quería aprender más”. Dejó el pueblo hace tiempo y está en Los Hornos, barriada donde salió campeón con San Martín en 1983.
Los wines, por derecha José “Yeyo” Quintas, rapidísimo, y por izquierda, Francisco Martínez, paraguayo, zurdo, que llegaba desde Florencio Varela, junto a Llana. Los dos pertenecían al Club Ceballos —pegado a la Estación ferroviaria varelense—. El 9 y hombre gol tenía altura y olfato, Juan Lachalde, quien había sido probado unos años antes por Zubeldía en Vélez y también jugó en la Liga Confluencia de Río Negro. Metió 17 goles para el campeón.
Cabe destacar que el plantel contó con algunos pibes del barrio que, en ocasiones en que algún titular no podía concurrir por lesión, sanción o ocupaciones, se quedaban como posibles reemplazos como Carlos “Bocha” Ligioi, Carlos “Cacho” Irigoiti, Daniel De Jesús y José Mariani, todos dotados con una técnica individual típica del mejor potrero.
¿Por qué entraron a la Liga Amateur Platense? La razón fue el éxito deportivo, porque hubo un Curuzú Cuatiá que metió cuatro títulos en la desparecida Liga Suburbana Norte y, tal como se consensuó entre la dirigencia de ambas entidades organizadoras del fútbol aficionado, al tercer título consecutivo se le otorgaba una chance de probar suerte en la Liga Amateur Platense de Fútbol (sin obligación de presentar un campo de juego propio). De aquellos muchachos, se dieron cita el sábado pasado aquellos jugadores que vivieron el tránsito entre ambas ligas.
Armindo Guerreiro Miguel “El Monito” (26/2/1934, fallecido en 2023, recibió la distinción Héctor, uno de sus cuatro hijos)
Eduardo Gioberchio “Coco” (19/11/1942)
Carlos Balicchia “Carlitos” (17/5/1946)
Hugo Irigoiti “Patón” (5/12/1942)
Julio Lucero “Cabeza Chata” (10/11/1941)
Roberto Martínez “Gallego” (30/6/1948)
Eduardo Urquiza “Negro” (8/9/1953)
José Raúl Candia “Mono” (19/3/1953)
Además, Curuzú arrancó la década del ’70 con fabulosos jugadores de Cuarta, que finalizaron primeros en 1971 y 1974. Esos juveniles (menores de 19) que en muchos casos lograrán jugar en primera.
La del ’71 fue local en el Batallón de City Bell.
Meliveo Carranza “Chacho” (15/9/1951)
José Enrique Mariani (7/11/1952)
Recordaron la formación: Roberto Fernández, “Pinocho” Mariescurrena, Jorge Candela, “Chueco” Díaz, “Tito” Rodrígues; Miguel Natale, “Chacho” Carranza, Flores, “Cata” Rossi; “Fito” Zunca, José Mariani y Ruben Adra.
Por su parte, de la Cuarta del ‘74 se hicieron presentes
José Da Conceicao (1/2/56)
Cirilo Irrazabal (4/2/1956)
Carlos Ferrero (31/8/1956)
Daniel De Jesús (29/7/1956)
Carlos Irigoiti (14/2/1957)
Oscar Miglio (23/2/1957)
Jorge Cevasco (4/10/1957)
Carlos Da Conceicao (12/2/1958)
También jugaron Jorge Alberdi, Jorge Benito, Miguel Mallamace, Carlos Fuentes, Alberto Fuentes, Rodolfo Bruzzone, Roberto Mc Namara, Jorge Cochella.
Una anécdota que ilustra la diversión de esos pibes, la contó Carlos “Beto” Da Conceicao.
“Ibamos para Ensenada, a jugar con Pettirossi. Nuestro técnico Jaime Fuentes esperaba que llegue Yeyo Quintas, que era el otro que nos llevaba en su vehículo. Yeyo no llegaba y pensábamos ‘chau, no jugamos, hoy perdemos los puntos…’ Hasta que Jaime abrió las puertas del coupé, un Ford 40, y empezó a meter a los muchachos más grandotes en el asiento de atrás, armó una fila de seis, de ellos otra fila de cinco… ya eramos once… y al volante, él, y dos o tres pibes más. Estacionó en la cancha, bajamos de a uno, y la gente no entendía como unas quince personas bajaron de un auto, ¡empezaron a aplaudirnos!
Fue real, yo estaba ese día. Por supuesto que jugamos!”.
Tesoros de la Liga Amateur que contagiaron emoción dentro de estos reencuentros del ciclo “Los grandes campeones de la historia”. Hubo difusión en vivo por las redes sociales, con Diego Castellani, villaelisense de cuna, que filmó para la Lapfutbol.com y muchos medios de la ciudad. La primera estaba por salir a jugar y por allí andaba en el cuerpo técnico Juanfer Vilches, hijo de otro jugador de la época, Eduardo “Lalo” Vilches, quevive en Chile y recibía los mensajes al instante con algunas fotos. La cita con la nostalgia no supo de distancias y tampoco tiene tiempo… Será eterno en la historia de un club que cuidó de sus raíces, sociales, culturales y deportivas.