Fuente: El Día
Nicolás Valdemar Policce (26), el joven que fue detenido el viernes por apuñalar a cuatro vecinos en Berisso, fue sometido ayer a una revisación médica, que lo declaró inimputable, no obstante lo cual mañana se le harán nuevos peritajes, informaron fuentes judiciales. En principio, no fue indagado y evalúan su traslado a una unidad neuropsiquiátrica.
Mientras tanto, siguen internados en el hospital Larrain Silvia Geymonat (56) y Eduardo Neir (89), dos de las víctimas que fueron atacadas el viernes a la mañana en la esquina de 9 y 163. Las otras dos fueron Francisco Fredems (74) y Raúl Petronis, quienes recibieron heridas superficiales.
Por la secuencia que capturaron cámaras de un kiosco de 9 y 163, todo empezó con Valdemar Policce llegando en una bicicleta a esa esquina.
Se bajó del rodado, se tiró encima de un jubilado y lo apuñaló. Geymonat, empleada de la panadería de 9 entre 163 y 164, escuchó los gritos y cruzó para ayudar al hombre, pero terminó recibiendo entre 15 y 20 cortes.
La escena fue presenciada por un taxista que pasó por el lugar, quien al recriminarle al joven, recibió una puñalada en un brazo.
Por último, antes de ser perseguido y capturado por los compañeros de ese taxista, el agresor le acertó algunas puñaladas a otro jubilado con el que se cruzó en 9 entre 163 y 164.
Horas después del ataque Geymonat conversó con EL DIA desde la cama del hospital donde está internada.
“Estaba atendiendo a una clienta, cuando escuchamos que gritaban en la calle. Salí a la vereda y vi a un joven que parecía estar golpeando a un abuelo”, contó.
“Le grité que no le pegara porque era viejito -siguió-, pero (el atacante) se dio vuelta y recién ahí vi que tenía una cuchilla. Sentí mucho miedo y se me vino encima para empezar a apuñalarme”.
Sobre esos terribles instantes, recordó que “me daba con la punta de la cuchilla y con cada puñalada gritaba como poseído invocando el nombre de alguien que no pude identificar”, reveló Silvia, quien cree haber escuchado la palabra “Lucifer”. Luego de darle unas cinco puñaladas, el agresor amagó a irse. Pero no. Ensangrentada, Geymonat atinó a pedir ayuda en el kiosco de 9 y 163. “Pero la puerta del local estaba cerrada con llave y no salió nadie a asistirme”. El agresor volvió por ella. La tiró al piso, donde “me pegó varias puñaladas más. Habrán sido en total entre 15 y 20”, analizó ante la atenta mirada de su esposo y su hijo.
Geymonat admitió: “Pensé que me mataba. Creí que era el final”.