Fútbol

Estrella: sorpresas y valores que reivindican el viejo amor a la camiseta

Enzo y su hijo Simón, el plantel canta, y Amanda es la sonrisa del triunfo en la vida. Cianflone y Cazzullo, abrazados. Son de CRISFA, pero han vivido historia pura en Estrella.
Enzo y su hijo Simón, el plantel canta, y Amanda es la sonrisa del triunfo en la vida. Cianflone y Cazzullo, abrazados. Son de CRISFA, pero han vivido historia pura en Estrella.

Por Gabriel ‘Colo’ López (*)

En Berisso hay una cancha que es un libro de treinta años de historias. En Berisso hay una cultura por el fútbol que empieza antes de la AFA, en las primeras décadas del siglo XX, cuando un Lauri, un Morgada y un Fidel aparecieron en Estrella y le “pasaron” esas fantasías animadas a la primera de Estudiantes de La Plata (a Lauri, uno de los profesores) y a los triperos de Gimnasia (a Ismael y a Ajito, figuras de El Expreso).

En Berisso, en esa cancha, el lunes hubo fútbol y el cielo nuboso, el ambiente húmedo, y hasta los mil problemas cotidianos se sacudieron en un instante. Cuando salió Estrella para jugarle a CRISFA y lo hizo como se hace en la Liga: a cara de perro. Veintidós muchachos con su musculatura tensa y los tres árbitros se ubicaron en la posición de saludo mundialista, cuando se vio el pasito a pasito de dos humanos, ligados a los visitantes, dos caras amiga del Club Atlético Estrella: el ‘Viejo’ Pablo Cazzulo y el inefable Diego Cianflone. Con sentida emoción, se acercó Marcelo Vicente (del equipo de Prensa) para agradecer en nombre de la comisión directiva y de la gran familia albinegra a dos que, si bien no vistieron cortos, son sinónimo de docencia, de empuje, de fidelidad.

A capela, apuntaló: “A Pablo Cazzulo, dirigente de Estrella durante muchos años; una institución dentro de la institución”. Los jugadores aplaudían y al señor delgado, próximo a las ochenta primaveras, se le aguanta en la boca el llanto. Está acostumbrado a no quejarse. De hecho, en octubre de 2023 no pudo estar en el homenaje a las camadas de jugadores, técnicos y dirigentes de los años 60’s y 70’s, por cuidados de salud. Pablo, que ya no fuma, tiene la impronta del tanguero, o del inmigrante, sabe de días y de noches transitando adoquinados.

A su lado, con aspecto de pibe de barrio, Cianflone, estudioso DT, dice que tuvo el honor… Y es cierto, a unos días del partidos puede sentirse visitante ilustre. “Diego es uno de los técnicos que llevó a lo más alto a nuestro Estrella”.

Ahora sí, el referí los llamaba al juego. Los dos hombres se abrazan y dan media vuelta que es como recordar tantas vueltas olímpicas. Los bombos y su ronquido llevan la música de los viejos campeones. El Flaco y Diego caminan y ya saben que son rivales por 90 minutos y empieza el partido. Nadie puede adivinar quién ganará y menos el destino de este torneo Apertura 2025 que recién abre la puerta. Ellos vuelve a recordar, que no solo es un resultado, sino que la Liga y el club de barrio reúne la esencia de lo más preciado, el calor humano que se dimensiona en soledad, en el pecho, cuando se cruzan con el amigo del que se habían alejado.

PABLO, EL FLACO, AHORA “EL VIEJO” CAZZULO

Nació el 21 de octubre del 46 y “no se casó porque estuvo siempre en Estrella”, bromea la hermana Ana. El hombre que levantó los brazos hacia los dos costados de la cancha, simplemente cosechaba lo que todo ser humano anhela: afecto, respeto. No hizo goles para Estrella, pero durante cuatro décadas fue hombre de la causa social, de las corridas del dirigente de bien público. Y gritó goles de su hermano “El Colorado”, notable wing. Eran niños cuando llegaron de Guaminí, y Pablito salió a trabajar de diariero.

—¿Cuando te fuiste de Berisso?

—(sin dudar) Desde el ’90 vivo en La Plata, pero seguí viniendo a Estrella hasta el 2000. Y trabajando por el club en la Liga.

Pablo encontró una continuidad en las canchas con CRISFA, cercano a su casa, pero con una razón más: la hija de su hermana Ana, Daniela, fue mamá de Bruno y Franco, nacidos en 2003 y 2004, los sobrinos nietos del actual directivo.

Con CRISFA pasó de todo (hasta jugar un Federal) y vio crecer al club. Cuida minuciosamente del control de planillas y provoca admiración por su calma, con salidas graciosas y oportunas. Se lleva bien con todos los árbitros.

Pero las visitas a Estrella son muy especiales. Porque ahí está el recuerdo de los mejores amigos. Pero también puede encontrar a otras amistades de “La Cebra” que hoy están en otros barrios. Por ejemplo, fueron a ADIP la fecha anterior, donde los saludos fueron con María Inés Barroso, la hermana del técnico famoso de los años setenta, Oscar Pedro Barroso. Con él, consiguieron un par de “estrellitas” en 1970 y 1988, y en ambas etapas Pablo fue dirigente.

Y por si la fecha se empecinara en dar otro aliciente a su espíritu de liguero eterno, en Reserva jugaron juntos Bruno y Franco.

DIEGO, OTRO FLACO ENAMORADO DE LA LIGA

—¿Vas a ver el partido el lunes?

—Por ahí caigo sobre la hora, pero seguro voy…

—Confirmame, te quiero regalar una remerita

La charla fue varios días antes del Estrella-CRISFA, entre el entrenador Damián Zein (símbolo futbolístico de las “Cebras”) y Diego Cianflone (coordinador hoy de los seleccionados de la Liga Amateur Platense). Dos zorros en el armado de grupos y diseños de estrategias y tácticas.

Cianflone “nació” en CRISFA, caminó el barrio, la escuela Castañeda y está en lo organizacional desde la fundación de los juveniles y dijo presente el día 1 en la LAPF. Sin embargo, tuvo una década de oro en Estrella, cuando viajaba todos los días de La Plata a Berisso. “Me sentía un berissense más, terminé siendo uno con todos ellos”, describió post reconocimiento sorpresa.

“Venía de otro club que no había jugado todavía en la Liga, lo dirigí en juveniles mayores desde 1998 a 2006, y ese año llego a dirigir la Cuarta de Estrella. Al mes subo a trabajar en dupla en Primera, con Tony Sparvieri al mando del mejor equipo de la Liga, con 28 años yo creía que era Scaloni”, sonríe Diego, para poner un sinónimo pícaro. Y agradeció, aplaudió, vio la emoción parecida a la de Cazzullo, porque a este club que no es el suyo desde el origen, lo siente en un rincón del alma.

Y de la camada de cracks berissenses volvió a reencontrarse con Enzo Oviedo, Alan Riel, Mauro Dubini, el Galgo Benítez y el Turco Azar. Fueron tricampeones, la segunda vez que un club liguista metía esa racha. Y de la memoria surgían naturalmente otros muchachos, que tenían casi su misma edad cuando él entró al difícil vestuario de un club con tradición ganadora: “Benítez, que es ’77 igual que yo, Jones, Muela. En suma, me quedé una década, como DT y una tiempo de coordinador. Cada vez que voy, lo siento como mi casa”.

EL PARTIDO TERMINÓ CON UN GOLAZO EN EL VESTUARIO

Enzo Oviedo era un niño que apenas se sacó los pañales pateó cuanto objeto rodara por su casa. Empezó en Centro Residentes Santiagueños y en Deportivo Berisso, hasta que a los 11 se puso una camiseta que le queda muy bien. Una que no se va a sacar más.

La jornada del lunes terminó. Caminó cansado hasta el vestuario, donde las luces eran más tenues; alguien ordenó no prenderlas, y “«la jugada preparada” surtió efecto una vez que estaban todos adentro, casi un espacio bendito.

Por la puertita ingresaron las dos hijas del 10 de Estrella, la más chiquita, con una torta y la velita encendida. Los compañeros estallaron en aplausos. Enzo cumplía años ese mismo día. Con la camiseta transpirada, y el festejo doble porque “los 40 llegaron con un triunfo”. El mismo hombre que ayer era un juvenil cuando Cianflone empezaba a dirigir. Y que Cazzullo conocía desde chico. Todo parecía cerrar en el feriado por la memoria, que tenía una versión muy feliz, la del fútbol amateur, que respira y vive en nombre del amor a una camiseta.

 

(*) Periodista – publicado en ViveLaPlata.-

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